Escalador sobrevive a caída mortal y camina 8 horas para salvarse

El equipo de Búsqueda y Rescate del condado de Okanogan atendió un incidente trágico en las Cascadas del Norte, donde la línea entre la vida y la muerte se definió por centímetros.

Anton Tselykh, un montañista de 38 años, desafió lo imposible: tras una caída de 120 metros que acabó con la vida de sus tres compañeros, permaneció inconsciente horas, se liberó de las cuerdas y caminó con graves heridas hasta encontrar ayuda. ¿Qué separa a los supervivientes de las víctimas? No es solo suerte, sino una combinación de instinto, preparación y esa chispa indomable que ignora el dolor.

El pitón —un anclaje metálico que falló— se convirtió en el punto crítico. ¿Era un error técnico o un recordatorio de que la montaña siempre tiene la última palabra? Tselykh, hospitalizado en Seattle pero estable, confirmó lo que los investigadores sospechaban: el equipo seguía protocolos, pero la roca traicionó su confianza.

La hazaña de Tselykh no fue solo física. Tras despertar en la oscuridad, con traumatismo craneal y hemorragias, usó su piolet como extensión de su voluntad. Ocho horas de lucha contra el terreno, seguidos de 67 km al volante, redefinen el concepto de resiliencia. ¿Cuántos habrían desistido? Woodworth, líder del rescate, destacó su estado emocional: “Destrozado, pero vivo”.

Este incidente plantea preguntas incómodas: ¿Los sistemas de seguridad actuales son suficientes? Joshua Cole, guía con 20 años de experiencia, cuestiona si un anclaje secundario hubiera cambiado el desenlace. La montaña no perdona, pero cada tragedia es una lección escrita en sangre y nieve.

Tselykh y sus amigos, escaladores experimentados, demostraron que la experiencia no inmuniza contra el peligro. Su historia no es solo un relato de supervivencia, sino un llamado a reinventar los límites de la preparación en entornos hostiles. ¿Estamos listos para escuchar?