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Internacional

Escándalo en Puebla por actos de prepotencia de un alcalde priista

Un edil poblano enfrenta críticas tras exhibirse su comportamiento autoritario en dos incidentes grabados.

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¿Qué sucede cuando un funcionario público confunde autoridad con impunidad? Iván Camacho Romero, alcalde priista de Cuyoaco, Puebla, se ha convertido en el epicentro de un debate sobre el abuso de poder tras viralizarse videos donde intimida a empleados y detiene un autobús en plena autopista. ¿Es este el liderazgo que merecen los ciudadanos?

Las imágenes, difundidas masivamente en plataformas digitales, revelan un patrón preocupante: escoltas utilizados como brazo coercitivo, amenazas veladas y una actitud que desafía la ética pública. En el primer incidente, grabado en un exclusivo centro comercial de Angelópolis, el edil —acompañado de su pareja y guardaespaldas— exige la devolución de productos fuera de plazo, escalando a un enfrentamiento donde un escolta advierte a un empleado: “Te voy a levantar”. ¿Dónde queda la línea entre firmeza y autoritarismo?

Pero el verdadero giro disruptivo llega con el segundo video: la camioneta oficial del alcalde realiza maniobras peligrosas para detener un autobús ADO en la autopista Puebla-Cuapiaxtla. ¿Se imaginan las consecuencias si un ciudadano común actuara así? Este caso no es solo sobre un político: es un espejo de cómo ciertas estructuras de poder normalizan la prepotencia.

Frente a las críticas, Camacho Romero emitió un comunicado lleno de contradicciones: mientras habla de “ética y valores”, responsabiliza a un subalterno y atribuye el escándalo a opositores. ¿Acaso no es esta la misma retórica usada por sistemas corruptos para evadir responsabilidades? La innovación real aquí sería un líder que, en lugar de excusas, ofreciera una disculpa pública y renuncia voluntaria.

Este episodio invita a repensar los mecanismos de rendición de cuentas. ¿Qué pasaría si las redes sociales no hubieran expuesto estos hechos? La verdadera revolución no está en grabar abusos, sino en construir instituciones donde sean imposibles. Mientras tanto, los ciudadanos de Cuyoaco merecen más que promesas vacías: merecen un liderazgo que entienda que servir no es sinónimo de someter.

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