En una escalada sin precedentes de su ofensiva contra el narcotráfico, Estados Unidos ha desplegado su poderío militar para neutralizar y destruir una embarcación sospechosa de tráfico ilícito de estupefacientes. Por primera vez, el teatro de operaciones se traslada del Caribe al océano Pacífico, en aguas internacionales frente a las costas de Colombia, resultando en la muerte de dos presuntos narcoterroristas.
Un nuevo frente en la guerra contra las drogas
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, confirmó que la intervención fue autorizada directamente por el presidente Donald Trump. Aseguró que la nave, interceptada mediante un ataque cinético, transitaba una ruta logística utilizada para el contrabando regional y transportaba un cargamento de narcóticos. Esta acción representa el octavo operativo de este tipo y establece un nuevo paradigma al abrir un frente en el Pacífico, marcando una clara expansión táctica.
“Ayer, bajo la dirección del presidente Trump, el Departamento de Guerra ejecutó un ataque cinético letal contra una embarcación operada por una organización designada como terrorista y dedicada al narcotráfico en el Pacífico Oriental”, declaró Hegseth en su cuenta oficial de X (antes Twitter). El jefe del Pentágono detalló que no se registraron bajas en el bando estadounidense.
Doctrina de respuesta contundente
La administración estadounidense está aplicando una doctrina de respuesta directa y contundente contra las redes criminales híbridas que fusionan el tráfico de drogas con actividades de terrorismo. La Casa Blanca enmarca estas acciones dentro de un “conflicto armado” formal contra los cárteles, utilizando como base legal el mismo marco que rigió la ofensiva global antiterrorista post-9/11.
“Los narco-terroristas que pretendan introducir veneno en nuestras costas no encontrarán un puerto seguro en nuestro hemisferio. Así como Al Qaeda libró una guerra contra nuestra patria, estos cárteles están librando una guerra contra nuestra frontera y nuestra gente”, afirmó Hegseth, equiparando la amenaza.
Con un despliegue masivo que incluye docenas de buques de guerra, aeronaves y miles de efectivos en el Mar Caribe, Trump ha formalizado un estado de “conflicto armado” contra grupos narcotraficantes, a los que categoriza como organizaciones terroristas transnacionales. Los ataques aéreos estadounidenses han destruido al menos siete embarcaciones en el Caribe, con un saldo de decenas de presuntos traficantes muertos.
Crisis diplomática y tensión geopolítica
Este nuevo episodio ocurre en un contexto de máxima fricción geopolítica. La histórica alianza antidrogas entre Estados Unidos y Colombia atraviesa su momento más frágil en décadas. La relación estratégica para Washington en la región se ha visto severamente deteriorada por los constantes enfrentamientos verbales entre Trump y el presidente colombiano, Gustavo Petro.
Los choques entre ambas administraciones son frecuentes, con amenazas de guerras comerciales, retirada de embajadores y recortes en la ayuda financiera y militar. Recientemente, Trump acusó a Petro de fomentar la producción de drogas en Colombia y anunció la suspensión de todos los pagos y subsidios al país sudamericano. Esto se produjo después de que Petro denunciara que funcionarios estadounidenses asesinaron a un ciudadano colombiano y violaron la soberanía nacional en una de las operaciones en el Caribe.
Esta nueva estrategia de mano dura redefine la cooperación en seguridad hemisférica y plantea un escenario de confrontación directa con implicaciones profundas para la estabilidad regional y la lucha global contra el crimen organizado.