Un silencio elocuente se extiende por las capitales europeas. Tras meses de un estancamiento profundo en las conversaciones diplomáticas, fuentes cercanas a varios gobiernos de la Unión Europea revelan a este medio un giro estratégico que nadie se atreve a vocalizar en público: la aceptación tácita de que Ucrania podría verse forzada a ceder parte de su territorio soberano para alcanzar un alto el fuego definitivo.
La narrativa oficial frente a los documentos confidenciales
Mientras los discursos públicos mantienen una retórica inquebrantable de apoyo a la integridad territorial de Kiev, documentos internos y testimonios de funcionarios, obtenidos por nuestra redacción, pintan un panorama distinto. “La realidad sobre el terreno es implacable”, admite un alto diplomático europeo bajo condición de anonimato. “El debate ya no es si habrá concesiones, sino cuáles serán los límites de lo aceptable”. Esta postura contrasta con la posición oficial estadounidense, que públicamente rechaza cualquier negociación que legitime la anexión rusa.
¿De la ‘paz justa’ a la ‘paz posible’?
¿Cómo se llegó a este punto? La investigación apunta a una fatiga estratégica combinada con presiones económicas y el temor a una escalada prolongada. La idea de una “paz injusta“, antes un tabú absoluto, ahora se analiza en corrillos cerrados como el mal menor. ¿Están los aliados preparando a la opinión pública y al gobierno de Volodímir Zelenski para un desenlace amargo? Las preguntas se multiplican cuando se cruzan los datos: la lentitud en el envío de armamento clave, las señales ambiguas en las cumbres internacionales y el renovado énfasis en la “diplomacia”.
La conclusión de este recorrido por despachos no declarados y declaraciones entre líneas es clara: Europa ha iniciado, en la práctica, un doloroso proceso de duelo por la Ucrania previa a 2014. La gran incógnita que queda sobre la mesa es si esta resignación privada se traducirá en una presión directa sobre Kiev, marcando un punto de no retorno en el orden geopolítico mundial y sentando un peligroso precedente para el futuro del continente.















