La administración de Donald Trump ha paralizado 108 millones de dólares en subsidios de investigación a la Universidad de Duke, tras acusaciones de discriminación sistémica en sus políticas de admisión y contratación. Fuentes internas revelan que los Institutos Nacionales de Salud suspendieron el flujo de recursos a esta institución privada, en medio de una investigación federal por posibles violaciones a las normativas de equidad.
Este movimiento se enmarca en una ofensiva más amplia contra programas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI), que el gobierno federal considera discriminatorios. Casos similares han afectado a Harvard, Columbia y Cornell, reflejando una tendencia de escrutinio a las élites académicas.
En una carta conjunta, los departamentos de Salud y Educación acusaron a Duke de implementar “prácticas racistas” en becas, reclutamiento y admisiones, advirtiendo que podrían cortar toda relación financiera si se confirman las irregularidades. La universidad, por ahora, se mantiene en silencio frente a las acusaciones.
El conflicto surge en un contexto global de debate sobre meritocracia versus acción afirmativa, donde algoritmos de IA y auditorías de sesgo están redefiniendo los criterios de igualdad de oportunidades. Mientras algunos celebran el rigor federal, otros lo ven como un retroceso en la lucha contra desigualdades históricas.