Hallan muerto al ministro de Transporte de Rusia tras ser destituido por Putin

MOSCÚ — En un giro dramático que sacude los círculos de poder rusos, Roman Starovoit, hasta hace horas ministro de Transporte del gobierno de Vladímir Putin, fue hallado sin vida con una herida de bala en su vehículo, en lo que las autoridades califican preliminarmente como suicidio. El descubrimiento ocurrió en Odintsovo, un exclusivo suburbio al oeste de Moscú frecuentado por la élite política, horas después de que el Kremlin anunciara su abrupta destitución sin explicaciones.

La muerte de Starovoit, de 53 años, abre un abanico de interrogantes en un contexto marcado por escándalos de corrupción vinculados a la guerra en Ucrania. Según fuentes oficiales, el exfuncionario utilizó un arma regalada por el Estado para quitarse la vida, aunque medios locales sugieren que el deceso podría haber ocurrido antes de su destitución formal, alimentando teorías sobre un posible ajuste de cuentas.

La sombra de la malversación planea sobre el caso: durante su etapa como gobernador de Kursk, Starovoit habría desviado fondos destinados a fortificaciones fronterizas, cuya deficiencia permitió una incursión ucraniana histórica en 2024 —la primera ocupación de territorio ruso desde 1945—. Su sucesor en Kursk ya fue arrestado por cargos similares, mientras investigaciones paralelas alcanzan a altos mandos militares, incluidos colaboradores del exministro de Defensa Sergei Shoigu.

El suceso coincide con una ola de purga en las filas del poder: el mismo día, un funcionario ferroviario murió súbitamente en una reunión, y un exjefe de la Guardia Nacional fue detenido por corrupción. Analistas interpretan estos movimientos como un intento del Kremlin de contener el descontento por los fracasos bélicos, aunque la opacidad del sistema ruso deja más preguntas que respuestas.

Mientras las pesquisas continúan, la versión oficial del suicidio choca con patrones recurrentes en la política rusa: desde 2022, al menos ocho altos cargos vinculados a la invasión de Ucrania han muerto en circunstancias extrañas, siempre bajo el rótulo de “suicidio” o “accidente”. ¿Coincidencia, consecuencia de la presión institucional o síntoma de una guerra que devora a sus propios actores? El caso Starovoit refleja las grietas de un sistema donde la línea entre caída política y tragedia personal resulta cada vez más difusa.