Una potente explosión sacudió este martes una residencia para adultos mayores en Bristol, Pensilvania, dejando un saldo preliminar de al menos dos fallecidos, varios heridos y cinco personas desaparecidas. El suceso, ocurrido alrededor de las 2:15 de la tarde en el Silver Lake Nursing Home, ubicado en la Tower Road, provocó un incendio y el colapso parcial de la estructura, desatando una compleja operación de rescate que se extendió hasta la noche.
Según el informe inicial del Departamento de Bomberos Voluntarios de Bensalem, la deflagración y el subsiguiente fuego se originaron en el sótano del edificio. Los equipos de primera respuesta, que acudieron de manera inmediata, reportaron un intenso olor a gas en el lugar, lo que apunta a una posible fuga como causa del desastre. Los bomberos lograron contener y sofocar las llamas en la planta baja, impidiendo que se propagaran a otras áreas de la instalación, una acción crucial dada la vulnerabilidad de los residentes.
Al llegar, los servicios de emergencia se encontraron con una escena de grave destrucción. Parte de la estructura había cedido, y varias personas quedaron atrapadas bajo los escombros. Los equipos de rescate iniciaron de inmediato labores para acceder a las víctimas, utilizando agujeros y ventanas para evacuar a los pacientes. Testimonios de los bomberos destacan la colaboración extrema, donde agentes de policía llegaron a cargar físicamente a algunos residentes para sacarlos de la zona de peligro. La operación fue clasificada como un incendio de “dos alarmas”, un protocolo que moviliza recursos significativos, atrayendo unidades de bomberos de los condados de Bucks, Montgomery y Filadelfia en Pensilvania, e incluso del condado de Burlington, en Nueva Jersey.
En una conferencia de prensa nocturna, el gobernador del estado, Josh Shapiro, confirmó la gravedad de la situación pero advirtió que todas las cifras son provisionales y están en constante evaluación. “Estamos en la etapa de rescate”, enfatizaron las autoridades, señalando que emplean maquinaria pesada y equipos de sonar para localizar a cualquier persona que pudiera permanecer atrapada en los restos del edificio. La prioridad absoluta sigue siendo la búsqueda de supervivientes.
El impacto humano de la tragedia se hace evidente en los testimonios del personal del centro. Una enfermera que trabaja en la residencia explicó a medios locales que, en un horario normal, suele haber alrededor de cincuenta personas dentro del edificio, con residentes cuyas edades oscilan entre los 50 y los 95 años. La empleada, que por circunstancias fortuitas llegó tarde a su turno ese día, expresó con crudeza la dimensión de la pérdida: “El edificio se puede renovar, arreglar, pero los seres humanos no pueden ser reconstruidos”. Sus palabras subrayan la fragilidad de la situación y el trauma colectivo que enfrenta la comunidad.
Mientras las labores de búsqueda y estabilización continúan, las investigaciones ya han comenzado para determinar las causas exactas de la explosión, con la hipótesis de una fuga de gas como principal línea de investigación. Las autoridades del condado de Bucks confirmaron la existencia de múltiples heridos, aunque se abstuvieron de proporcionar un número concreto o detalles sobre su estado, pendientes de notificaciones a las familias y de una evaluación médica completa. Este incidente pone de relieve, una vez más, los críticos protocolos de seguridad en infraestructuras que albergan a poblaciones de alta vulnerabilidad, y plantea futuras preguntas sobre el mantenimiento y las inspecciones de las redes de suministro en instalaciones de cuidado a largo plazo.
