Irán ejecuta a otro “espía” en su eterna obra de teatro contra Israel

TEHERÁN, República Islámica del Absurdo. En otro episodio de “Cazando al Mossad: la telenovela que nadie pidió”, las autoridades iraníes han añadido un nuevo capítulo a su saga de ejecuciones teatrales. El afortunado protagonista esta vez fue Mohamad Amin Mahdavi Shayesteh, ahorcado por el delito de ser —según el guión oficial— el director de orquesta de una red de espionaje virtual tan real como los unicornios del ayatolá.

El Tribunal Supremo de Irán, ese organismo donde la justicia se mide en kilotones de ideología, confirmó la sentencia con la misma rigurosidad con que un niño elige caramelos. Según la agencia Fars (especializada en relatos de ficción geopolítica), el acusado no solo manejaba agentes desde su computadora, sino que también enviaba paquetes “amenazantes” —quizá llenos de memes anti-régimen— y filmaba lugares “específicos” (como la panadería de la esquina, foco de conspiraciones sionistas).

Lo más hilarante: lo vincularon a Iran International, un canal que el régimen considera tan peligroso como una tostadora en manos de un opositor. ¿La prueba? Según los fiscales, el condenado usaba una “plataforma segura” (léase: WhatsApp) para enviarle fotos de gatos a un espía israelí. ¡Tremenda operación encubierta!

Mientras, el duelo Irán-Israel sigue su curso como un partido de fútbol donde ambos equipos juegan con granadas. Esta semana, otro “espía”, Mayid Mosayebi, fue ejecutado por el crimen de existir en el momento equivocado. Las detenciones se multiplican, las pruebas brillan por su ausencia, y el mundo mira hacia otro lado… porque, al fin y al cabo, ¿qué es un ahorcado más en el gran espectáculo de la paranoia?

Moraleja: En el circo de los regímenes autoritarios, el trapecio de la justicia siempre cae sobre el mismo payaso.