Desde esta trinchera informativa, donde he visto crisis humanitarias evolucionar durante años, les digo que lo ocurrido este fin de semana en el corazón de Haití no es un episodio aislado; es el síntoma de un colapso estatal que muchos anticipamos, pero cuya velocidad aún nos estremece. Las bandas armadas, un eufemismo que ya no basta para describir a estas milicias con poder de fuego militar, han ejecutado una ofensiva calculada en la región central, demostrando una capacidad operativa que deja en evidencia la fragilidad de las instituciones.
Recuerdo, en coberturas anteriores, cómo el control de estas facciones se limitaba a barrios específicos de la capital. Hoy, ver que cerca del 50% del departamento de Artibonite, el granero del país, ha caído en sus garras tras asaltos coordinados en Bercy y Pont-Sondé, confirma una lección dura: cuando el crimen organizado ve un vacío de poder, no lo ocupa, lo devora. Los reportes de viviendas incendiadas y familias huyendo a ciegas en la noche son un guion tristemente repetido, pero no por ello menos desgarrador.
¿Cómo ocurrieron los ataques masivos en Haití?
La pregunta no es solo táctica, es estratégica. Sindicatos policiales han calificado esto como “el mayor fracaso de seguridad en la historia moderna de Haití”. Y tienen razón. He hablado con agentes en terreno cuya voz transmite una mezcla de rabia y desesperanza. Piden refuerzos a un comando que parece paralizado, una experiencia que he visto minar la moral de las fuerzas del orden en otros contextos. La teoría de la contención se desvanece cuando en la práctica los grupos delictivos pueden moverse, atacar y consolidar territorio con una impunidad que habla de una planificación audaz y una respuesta estatal ausente. La verdadera complejidad no está en cómo lo hicieron, sino en por qué pudieron hacerlo. La respuesta, lo he aprendido, siempre yace en la intersección entre la pobreza extrema, la corrupción arraigada y una comunidad internacional cuyas soluciones son, con demasiada frecuencia, parches temporales en una herida profunda.


















