La farsa fronteriza de Trump y Sheinbaum en cifras de fentanilo

En un alarde de originalidad que hubiera dejado pálido al mismo Jonathan Swift, el embajador yanqui Ronald Johnson repitió por quinta vez esta semana el mantra sagrado: “La frontera es prioridad”, mientras ajustaba su corbata con la misma eficiencia con que su país regula el tráfico de armas hacia el sur.

El funcionario —cuya sonrisa de ventrílocuo parece tallada en el mismo mármol que las promesas de Trump— celebró la “relación fortalecida” con la presidenta Sheinbaum, justo cuando las cifras revelan que el fentanilo incautado se ha evaporado como las promesas electorales: de 771 kilos en 2024 a 338 kilos en 2025. ¡Milagro de la diplomacia!

La vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, ilustró el punto mostrando un recorte de The Washington Post durante su conferencia, porque nada dice “tenemos la situación bajo control” como necesitar que un periódico haga tu trabajo. Mientras tanto, las armas siguen cruzando hacia el sur con la misma discreción que un elefante en una cristalería, pero eso sí: ¡con factura y todo!

El comunicado oficial, redactado aparentemente con el mismo diccionario de eufemismos que usan para llamar “intervenciones humanitarias” a las invasiones, asegura que la coordinación binacional es “vital”. Vital como el oxígeno, claro, pero repartido con la generosidad de un avaro en una pandemia.

Queda claro que en este circo fronterizo, los únicos que no están en la función son los trapecistas del fentanilo —que siguen volando alto— y los payasos del Congreso estadounidense, demasiado ocupados discutiendo qué baúl de armas enviarán “por error” mañana.