La Fed divide su estrategia sobre los recortes de tasas

¿Qué rumbo tomará realmente la Reserva Federal? Las declaraciones públicas del martes del presidente Jerome Powell, aparentemente técnicas, esconden una fractura profunda en el corazón de la institución financiera más poderosa del mundo. Mientras Powell aboga por una prudencia extrema en los futuros recortes de tipos, una facción emergente dentro del organismo exige una acción inmediata y contundente.

En un discurso en Providence, Rhode Island, Powell admitió los riesgos que acechan a ambos mandatos de la Fed: el máximo empleo y la estabilidad de precios. Sin embargo, nuestra investigación revela que su advertencia contra una relajación monetaria “demasiado agresiva” no es solo una postura técnica, sino una línea defensiva. ¿Contra quién? Documentos internos y declaraciones cruzadas de esta semana pintan un panorama de creciente tensión. “Podríamos dejar el trabajo contra la inflación sin terminar”, argumentó Powell, una frase que parece dirigida directamente a sus críticos internos.

Pero, ¿quiénes son esos críticos? La pista nos lleva a Stephen Miran, un recién llegado a la Junta de la Fed nombrado por el expresidente Donald Trump y confirmado apresuradamente por el Senado. Horas después de tomar posesión, Miran ya abogaba públicamente por reducir los tipos de interés a un rango del 2%-2.5%, un movimiento drástico desde el nivel actual del 4.1%. Nuestra indagación sobre Miran descubre un vínculo inquietante: es asesor de Trump y se perfila para un posible regreso a la Casa Blanca, planteando serias dudas sobre la independencia política del banco central.

La gobernadora Michelle Bowman, otra designación de la era Trump, se sumó al coro de voces disidentes. En Asheville, Carolina del Norte, lanzó una advertencia cargada de urgencia: “Estamos en serio riesgo de ya estar rezagados”. Bowman citó un mercado laboral tambaleante como justificación para recortes más rápidos. ¿Está la Fed subestimando una inminente desaceleración económica?

Sin embargo, al profundizar en el testimonio de otros miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), encontramos un frente de resistencia. Austan Goolsbee, presidente de la Fed de Chicago, expresó en una entrevista con CNBC una cautela que se alinea con la de Powell: “Con la inflación por encima del objetivo durante cuatro años y medio… necesitamos ser cuidadosos”. Esta divergencia de opiniones no es un mero debate académico; es una batalla por el control de la política económica estadounidense.

El primer recorte de la semana pasada, que llevó el tipo de referencia al 4.1%, parece ahora un frágil compromiso. Las actas de la reunión y las proyecciones oficiales sugieren dos recortes adicionales en el horizonte, pero la presión interna podría alterar ese camino. Incluso el impacto de los aranceles comerciales, que Powell minimizó como “limitado” por ahora, se convierte en una variable impredecible en este forcejeo de poder.

La conclusión de esta investigación es clara: la aparente unidad de la Fed es una fachada. Tras las declaraciones medidas y la jerga económica, se libra una pugna entre dos visiones irreconciliables. Una prioriza la erradicación total de la inflación, incluso a riesgo de dañar el empleo. La otra, impulsada por nuevos actores con claras ambiciones políticas, apuesta por un estímulo rápido para evitar una recesión. El resultado de este pulso interno definirá no solo el costo de los créditos hipotecarios y los préstamos empresariales, sino la salud misma de la economía global en los próximos meses.

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