Conéctate con nosotros

Internacional

La gran farsa del eje latino que desafía al norte

Una alianza estratégica que promete redefinir el equilibrio de poder global, o al menos, producir mucho etanol.

Avatar

Publicado

en

En un acto de audacia geopolítica sin precedentes, o al menos del miércoles, los dos gigantes latinoamericanos, famosos por su histórica rivalidad futbolística y su común dependencia económica del vecino del norte, han decidido unir sus destinos en una epopeya que promete sacudir los cimientos del orden mundial. O, como mínimo, incrementar modestamente el intercambio de aguacates por café.

Una delegación brasileña de altísimo nivel, encabezada por el vicepresidente Geraldo Alckmin —quien ostenta tantos ministerios que se le confunde con un mueble de oficina con ruedas—, desembarcó en la Ciudad de México con la solemnidad de quien va a firmar la rendición de un imperio. Fueron recibidos por la crema y nata del gabinete mexicano, los secretarios de Relaciones Exteriores y Economía, cuyas carteras parecen haberse fusionado en un único propósito: buscar desesperadamente a alguien, a quien sea, que no sea Estados Unidos, con quien hacer negocios.

Los acuerdos firmados, un memorando de entendimiento (documento diplomático para decir “hablamos y nos caímos bien”) y una declaración de intención sobre biocombustibles (la promesa de que en el futuro harán etanol juntos), son la piedra angular de esta nueva alianza. Se trata de una estrategia maestra para reducir la dependencia: dejar de comprarle todo a un gigante para empezar a comprárselo todo entre ellos, en un bucle de autosuficiencia tan perfecto que hasta a un físico cuántico le dolería la cabeza.

El vicepresidente Alckmin, con la convicción de un hombre que ha descubierto la pólvora, declaró ante un atónito auditorio de empresarios: “No queremos peleas con nadie”. Una frase que, sin duda, envió escalofríos por la espalda de los estrategas en Washington, quienes inmediatamente convocaron una reunión de emergencia para analizar si “nadie” incluía a algún país en particular.

Por el lado mexicano, el canciller De la Fuente proclamó el descubrimiento del siglo: que reconocerse como socios complementarios los fortalece. Una revelación tan profunda que cuestiona por qué no se les ocurrió antes, quizás mientras firmaban el T-MEC.

El culmen de este histórico acercamiento será la audiencia que la presidenta Sheinbaum concederá al vicepresidente Alckmin. Se rumorea que en la agenda, además de reforzar la cooperación bilateral, se discutirá la creación de una moneda común para competir con el dólar: el “Peso-Real”, respaldado por la fe inquebrantable y las reservas infinitas de esperanza.

Así, entre memorandos, declaraciones de intenciones y una fe inquebrantable en el poder mágico de las reuniones, nace el nuevo eje que, si todo sale según lo previsto, garantizará que la próxima vez que Estados Unidos estornude, Brasil y México solo se resfríen levemente, en lugar de contraer una neumonía económica fulminante. Un triunfo de la diplomacia, sin duda.

Anuncio

Ultimas Publicadas

Anuncio

Lo mas visto del día