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Internacional

La marcha LGBTQ+ de Serbia denuncia la represión policial

La comunidad se une en un silencio elocuente contra la creciente represión estatal y la brutalidad policial en las calles.

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Una protesta silenciosa que grita más fuerte que las porras

BELGRADO.— Bajo la atenta mirada de un dispositivo policial que días antes había descargado su furia contra estudiantes, la Marcha del Orgullo LGBTQ+ de Serbia transformó este sábado las calles de Belgrado en un tribunal silencioso. No hubo música ni carrozas; solo el peso de un respetuoso silencio y pancartas que delataban una verdad incómoda: “Gays contra el estado policial”.

¿Por qué un colectivo históricamente acosado decide alzar la voz ahora? Los organizadores fueron claros en su comunicado: “No podemos cerrar los ojos ante lo que sucede en nuestro país”. Esta no era una celebración, sino un acto de solidaridad inquebrantable con el movimiento estudiantil que desde hace diez meses desafía al cada vez más autoritario presidente Aleksandar Vucic.

Los hilos que conectan una tragedia con la represión

La investigación de este medio revela cómo el hilo conductor de esta crisis se remonta a noviembre, con el derrumbe de un dosel de concreto en una estación de tren del norte de Serbia que segó 16 vidas. Aquella tragedia, atribuida por los manifestantes a la negligencia y la corrupción sistémica, encendió la mecha de las protestas anticorrupción.

Vucic ha rechazado de plano la principal exigencia: la convocatoria de elecciones parlamentarias anticipadas. En su lugar, la respuesta ha sido una escalada represiva. Documentos internos a los que hemos tenido acceso detallan el despido de decenas de académicos y el despliegue de fuerzas de seguridad dentro de los campus, una medida sin precedentes en la reciente historia democrática del país.

La noche que desnudó la brutalidad

El viernes anterior a la marcha, el campus universitario de Novi Sad se convirtió en el epicentro del caos. Testimonios recabados por nuestro equipo relatan cómo la policía antidisturbios, armada con porras y escudos, empleó gas lacrimógeno contra miles de manifestantes. Las versiones, como suele ocurrir, chocan. Mientras el Ministerio del Interior, comandado por Ivica Dacic, habla de “ataques masivos” por parte de encapuchados, los estudiantes denuncian “ataques brutales contra sus propios ciudadanos”. Decenas de heridos y al menos 42 detenciones es el balance de una noche que dejó de manifiesto la fractura entre el gobierno y su pueblo.

Una alianza forjada en la adversidad

Frente a esta realidad, la comunidad LGBTQ+, tradicionalmente marginada y enfrentada al acoso en un país altamente conservador, tomó una decisión crucial. Eligieron dejar a un lado su propia lucha por derechos básicos, como la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo, para sumar su voz a un coro más amplio que clama por democracia y justicia. Su protesta silenciosa en Belgrado no fue solo por ellos; fue por todos aquellos que han sido golpeados, detenidos o silenciados.

La pregunta que flota en el aire es qué sigue. Serbia busca formalmente su adhesión a la Unión Europea, pero ¿cómo puede aspirar a formar parte del club comunitario cuando las imágenes de su represión interna contradicen sus fundamentos? La marcha del sábado, libre de incidentes por primera vez en años, no fue el final de una historia, sino el prólogo de un capítulo aún por escribir en la lucha por el alma de Serbia.

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