La odisea burocrática de buscar un mexicano en aguas diplomáticas

En un giro tragicómico que Jonathan Swift hubiera envidado, Diego Dorantes, antropólogo en prácticas y experto involuntario en tensiones internacionales, decidió que snorkelear entre las olas de la discordia era el colofón perfecto a su intercambio académico. No contento con estudiar culturas, optó por desaparecer en el epicentro de un conflicto territorial que ni los diplomáticos más avezados se atreven a resolver sin un manual de instrucciones.

La diputada Ciria Yamile Salomón Durán, conocida por su agilidad burocrática (tarda menos en redactar una carta que un funcionario en decir “no es mi competencia”), ha iniciado una campaña epistolar sin precedentes. Sus misivas, dirigidas simultáneamente a Japón, Taiwán y China, podrían convertirse en el primer caso de spam geopolítico. “Por favor, devuelvan al estudiante o al menos digan en qué mapa aparece su ubicación”, reza el emotivo llamamiento que equipara la búsqueda humana con elegir la bandera correcta en un cuestionario de la ONU.

Las hipótesis sobre el paradero de Dorantes son tan variadas como las interpretaciones de la soberanía en el Mar de China Meridional: desde víctima de corrientes marinas hasta náufrago involuntario en las islas Senkaku/Diaoyu, donde podría estar fundando accidentalmente una micronación. Mientras, la Guardia Costera de Taiwán busca entre las olas lo que tres potencias mundiales no han podido encontrar en sus archivos: un consenso.

En un alarde de eficiencia, la SRE ha logrado lo imposible: hacer que los familiares lleguen a Taipei antes que las respuestas diplomáticas. Mientras tanto, el caso sigue generando más artículos que esfuerzos coordinados, demostrando que en el teatro de las relaciones internacionales, la tragedia humana a menudo se convierte en comedia de errores.

Nota del redactor: Este artículo es una sátira sobre la ineficacia burocrática y las contradicciones geopolíticas. Nuestros pensamientos están con Diego Dorantes y su familia.