La ONU y sus aliados enfrentan un momento crucial de incertidumbre

Mientras la Organización de las Naciones Unidas reflexiona sobre un futuro incierto, marcado por recortes presupuestarios y cuestionamientos sobre su relevancia, logra congregar a las fundaciones y organizaciones sin ánimo de lucro más poderosas del mundo en Nueva York. La agenda para la próxima semana está repleta de conferencias, encuentros bilaterales y eventos sociales al margen de su Asamblea General. Pero, ¿estas reuniones son la muestra de una fortaleza o el último intento de un sistema en crisis?

El impacto tangible de la incertidumbre

La evidencia de un cambio de era es palpable. La Fundación Gates, un actor tradicionalmente predecible, ha retrasado la publicación de su informe anual sobre el avance de los objetivos de desarrollo global. La razón: la profunda incertidumbre sobre el futuro compromiso financiero de las naciones con la ayuda exterior y la salud global. En paralelo, la Iniciativa Global Clinton (CGI), que desde 2005 ha utilizado este escenario, anuncia un cambio radical de formato para su reunión de este año, buscando que los líderes desarrollen nuevos programas in situ.

Estos movimientos no son casuales. Son síntomas de una Semana de la UNGA que promete ser radicalmente diferente. Estados Unidos, el principal contribuyente financiero de la ONU, ha congelado y buscado recuperar fondos, provocando despidos masivos y la reducción de programas vitales en las agencias del organismo. Su órgano más poderoso, el Consejo de Seguridad, parece paralizado, incapaz de actuar para detener dos grandes conflictos bélicos, traicionando así su mandato fundacional de salvar a las generaciones futuras “del flagelo de la guerra”.

Sin embargo, esta misma incertidumbre global es la que, según algunos participantes, dota a este encuentro de una urgencia sin precedentes. “Sigue siendo el único lugar donde se reúne todo el mundo”, afirmó Kevin Sheekey, asesor principal del magnate y exalcalde de Nueva York, Mike Bloomberg. Desde 2017, la organización de Bloomberg ha capitalizado esta necesidad, convocando un foro paralelo que, según Sheekey, es una oportunidad única para tejer conexiones entre el poder político, empresarial y filantrópico. Este año, su foco estará en África y las oportunidades de inversión en deportes.

¿Pero se traducen estas conversaciones en acciones concretas? La Fundación de las Naciones Unidas, fundada por Ted Turner, reporta un número similar de eventos registrados que en años anteriores. No obstante, George Hampton, uno de sus directores, señala un cambio crucial: un énfasis palpable en mesas redondas más pequeñas y discretas, donde las conversaciones pueden ser más francas y sustantivas. “El espacio que tenemos para resolver problemas se está reduciendo”, admitió. “La mesa de cooperación global disminuye mientras los problemas crecen. Por ello, se percibe una nueva urgencia”.

Gregory Milne, CEO de la Iniciativa Global Clinton, compara la situación actual con la respuesta al terremoto de Haití en 2010 o la pandemia de COVID-19. “Es un momento crítico para la comunidad de desarrollo global”, manifestó, insistiendo en que la red de la CGI está preparada para enfrentar desafíos urgentes.

La búsqueda de soluciones concretas ya ha comenzado en eventos previos. En la Fundación Ford, se celebró “Free Future” (Futuro Libre), un encuentro centrado en erradicar la violencia de género. Allí, oradoras como la expresidenta de Liberia y premio Nobel de la Paz, Ellen Johnson Sirleaf, reflexionaron sobre el escaso progreso realizado desde la conferencia de la ONU sobre la mujer en Beijing hace tres décadas. “No hemos hecho lo suficiente”, reconoció.

El evento, coorganizado por Pivotal, la organización de Melinda French Gates, puso el foco en el devastador costo económico de la violencia. Monica Aleman, directora del programa internacional de la Fundación Ford, fue contundente: “La violencia tiene un costo. Ese dinero puede marcar la diferencia al aportar una solución”. El objetivo era claro: fortalecer e inspirar a los asistentes antes de sumergirse en la maratoniana semana de diplomacia.

Celiné Justice, de Pivotal Ventures, reveló la estrategia: “Realmente escuchar oportunidades para llevar este tema a la sala, para que no se olvide”. Su declaración resume el sentir general: en la encrucijada actual, la filantropía no puede operar sola. Necesita construir alianzas incómodas, traspasar fronteras y hablar con una voz más fuerte y unida que nunca. La pregunta que flota en los pasillos de Nueva York es si estos esfuerzos serán suficientes para salvar no solo la semana, sino el propio futuro de la cooperación multilateral.

RELACIONADOS

ANUNCIATE CON NOSOTROS

Scroll al inicio