La Resistencia Demócrata se Endurece ante el Cierre Gubernamental
WASHINGTON. Al adentrarnos en la tercera semana del cierre parcial de la administración federal, he sido testigo de numerosas crisis presupuestarias a lo largo de mi carrera, pero esta tiene un cariz particular. Los demócratas en el Congreso manifiestan que no se sienten intimidados ni amedrentados por las tácticas del presidente Donald Trump, quien amenaza con despedir a miles de empleados públicos y advierte sobre más ceses futuros.
Por el contrario, lejos de ceder, los demócratas parecen envalentonados. Regresaron a la capital este martes por la noche y, en un movimiento que ya es rutina, rechazaron por octava ocasión una propuesta legislativa republicana para reabrir el gobierno. He aprendido que en política, cuando una facción se niega a pestañear, es porque calcula que tiene más que ganar resistiendo que claudicando.
El senador por Virginia, Tim Kaine, lo expresó con claridad: “Lo que la gente está diciendo es que hay que detener los despidos masivos”. Comprendo perfectamente lo que relata; tras conversar con electores y trabajadores federales durante el fin de semana, la presión ciudadana se convierte en el principal combustible para la resistencia. “Y eso no lo vamos a lograr si cedemos”, añadió. Es una lección antigua: ceder bajo presión rara vez resuelve el conflicto de fondo.
Las declaraciones de otros líderes demócratas reflejan una estrategia coordinada y una lectura específica de la situación. El senador de Hawai, Brian Schatz, calificó los despidos de “mucha fanfarronería”, una bravata que, en su opinión, será eventualmente anulada por el poder judicial. Por experiencia, sé que los tribunales suelen ser el árbitro final en estos forcejeos constitucionales. Mientras, el senador Richard Blumenthal de Connecticut fue más directo, afirmando que el cierre es solo “una excusa para que los republicanos hagan lo que ya planeaban hacer”. Chuck Schumer de Nueva York, el líder de la minoría en el Senado, tachó los despidos de “intento desatinado” para quebrar la unidad demócrata. En este juego de altas apuestas, la percepción de fortaleza es tan crucial como la fortaleza misma.
