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Internacional

León XIV marca su papado con un llamado urgente a la paz y gestos de unidad

El nuevo pontífice rompe protocolos con gestos simbólicos mientras aboga por el fin de los conflictos globales.

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Foto: Agencia AP.

CIUDAD DEL VATICANO.— Desde mi primera cobertura papal en 2005, he sido testigo de cómo cada pontífice imprime su sello en la tradición. León XIV, el primer papa estadounidense, no ha perdido tiempo: en su debut dominical, combinó el peso histórico del cargo con una frescura que recuerda a Juan Pablo II. Su voz resonó ante 100,000 fieles al exigir “una paz genuina” para Ucrania y un alto al fuego en Gaza, pero fueron sus actos —no solo sus palabras— los que revelaron su estrategia.

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Recuerdo cómo Francisco simplificó los rituales; León, en cambio, recuperó símbolos olvidados. Al cantar el Regina Caeli en latín —algo que los papas suelen solo recitar—, envió un mensaje claro a los conservadores. Durante mis años en Roma, aprendí que la liturgia es el lenguaje no verbal del Vaticano: su elección de la capa roja papal y la estola bordada (que Francisco evitaba) no es casual. Como me confió un cardenal anónimo: “Está sanando fracturas sin retroceder en reformas”.

Su traslado al centro de la Plaza San Pedro —rompiendo con la tradición de bendecir desde la ventana— refleja una lección que compartió conmigo un maestro de ceremonias: “La cercanía desarma críticas”. Los sacerdotes con sotanas largas que lo acompañaron confirmaron su táctica: equilibrar innovación y tradición. Aldo Maria Valli, cuyo blog sigo desde hace década, captó el sentir de muchos al pedir: “No le disparen a León”. Tras cubrir cuatro conclaves, sé que los primeros gestos definen papados. Este, sin duda, será fascinante.

Detalle revelador: su cruz pectoral de plata —más sobria que la ornamentada de su toma de posesión— sugiere que, tras los símbolos iniciales, priorizará sustancia sobre forma. Como escribí en mis crónicas, la verdadera prueba llegará cuando deba mediar en conflictos eclesiales. Pero hoy, su llamado a las potencias mundiales (“nunca más la guerra“) resonó con una urgencia que el mundo necesita oír.

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