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Internacional

Líbano opta por la neutralidad ante el conflicto entre Israel e Irán

Las autoridades libanesas buscan evitar una nueva escalada bélica mientras enfrentan una frágil recuperación económica.

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BEIRUT

En un movimiento estratégico que desafía las expectativas geopolíticas, las máximas autoridades de Líbano han declarado su intención de permanecer neutrales en el creciente enfrentamiento entre Israel e Irán. Esta decisión, tomada en medio de una crisis económica sin precedentes y las secuelas de un conflicto reciente, podría redefinir el equilibrio de poder en la región.

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Las declaraciones del presidente Joseph Aoun y el primer ministro Nawaf Salam representan un mensaje claro para Hezbollah, el grupo respaldado por Teherán que históricamente ha arrastrado al país a conflictos externos. ¿Podría esta postura marcar el inicio de una nueva era de soberanía libanesa, o simplemente es un respiro temporal en un escenario volátil?

El reciente intercambio de ataques entre Israel e Irán ha creado un efecto dominó en Oriente Medio. Mientras las potencias globales contienen la respiración, Líbano parece haber aprendido la lección de su última confrontación: con más de 4,000 víctimas y $11 mil millones en daños durante el conflicto con Hezbollah, la nación no puede permitirse otro desastre.

La ironía es palpable. Hezbollah, otrora considerado el brazo estratégico de Irán en la región, emerge debilitado de su último enfrentamiento, mientras las autoridades libanesas redescubren el valor de la neutralidad. En un giro inesperado, incluso combatientes de Hamás operando desde territorio libanés han sido detenidos por las propias fuerzas locales, señalando un posible cambio de paradigma.

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El ministro de Información Paul Morkos enfatizó la necesidad de “preservar la estabilidad”, pero la verdadera pregunta es: ¿puede Líbano convertirse en un caso de estudio sobre cómo las naciones fracturadas pueden reinventarse como actores de equilibrio en medio del caos regional? Mientras el mundo observa esta crisis con preocupación, Beirut podría estar escribiendo un nuevo manual de supervivencia geopolítica.

Este posicionamiento ocurre en un momento crítico: con la economía libanesa en cuidados intensivos y las tensiones regionales alcanzando niveles peligrosos, la decisión de no alinearse podría ser tanto un acto de prudencia como una estrategia revolucionaria. En un tablero de ajedrez donde cada movimiento genera consecuencias impredecibles, Líbano parece haber elegido jugar un juego completamente diferente.

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