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Internacional

Macron firma la ley Duplomb entre protestas y recortes constitucionales

El polémico giro verde que divide a Francia entre intereses económicos y ecología.

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En un acto que oscila entre la tragicomedia y el manual de cómo alienar a dos millones de ciudadanos en un solo click, el presidente francés Emmanuel Macron ha decidido que, si la historia lo recordará como el Napoleón de los pesticidas o el Churchill de los invernaderos, al menos será recordado. Este martes, con la solemnidad de quien firma un cheque con fondos insuficientes, promulgó la ley Duplomb, un esperpento legislativo que podría resumirse como: “¿Ecología? Sí, pero no tanto”.

El Consejo Constitucional, ese órgano que a veces recuerda a los adultos en una fiesta de adolescentes borrachos, tuvo que tachar varios artículos, incluido uno que pretendía resucitar el acetamiprid, un pesticida tan popular entre las abejas como un incendio en una colmena. Pero no se preocupen: la esencia de la norma —esa que une en un abrazo fraternal a macronistas y ultraderechistas— sigue intacta. Dos millones de firmas en contra son, al parecer, un simple feedback ciudadano.

El Boletín Oficial publica hoy esta joya del greenwashing galo, donde se anuncia que los neonicotinoides —esas sustancias que convierten a los campos de cultivo en zonas de exclusión para insectos— seguirán prohibidos… salvo cuando no lo estén. Los magistrados, en un arrebato de coherencia, recordaron que el derecho a un ambiente sano no es un capricho, aunque el Elíseo lo tratara como un obstáculo administrativo.

Macron, siempre tan ágil para ignorar protestas pero tan diligente para obedecer a los tribunales —cuando le conviene—, firmó la ley con la premura de quien quiere esconder un cadáver en el armario. Los grupos ecologistas celebran esta victoria como quien encuentra una zanahoria en un plato de piedras: con alivio, pero sin dejar de notar el sabor a derrota.

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