Seis ciudadanos mexicanos se adentran en una de las zonas de conflicto más complejas del planeta como parte de la Flotilla Global Sumud. ¿Qué impulsa a estos activistas a desafiar el bloqueo marítimo para llevar ayuda a Gaza? La Secretaría de Relaciones Exteriores afirma haber establecido un operativo de vigilancia y protección consular, pero documentos y testimonios obtenidos por este medio revelan un entramado diplomático de alta tensión.
Fuentes dentro de la embajada en Argelia, bajo condición de anonimato, confirmaron que el seguimiento inició desde el embarque en Barcelona el pasado 1 de septiembre. “Mantenemos un canal de comunicación permanente, pero la situación es volátil”, admitió uno de los funcionarios consultados. Reportes de ataques a buques de la flotilla encendieron las alertas en la Cancillería, llevando a un contacto urgente que, según versiones oficiales, confirmó que los connacionales viajaban en otras embarcaciones y se encontraban a salvo.
La investigación de este diario descubrió que la cónsul honoraria en Túnez realizó una visita in situ durante la escala, entregando material sobre derechos y protocolos de contingencia. Sin embargo, persisten interrogantes: ¿están realmente protegidos por las convenciones internacionales en una misión que Israel considera una provocación? Las declaraciones de la presidenta Claudia Sheinbaum, asegurando que “tienen todo el apoyo”, contrastan con las acusaciones públicas del periodista Ernesto Ledesma, integrante de la flotilla, quien denunció haber sido dejado en “condición vulnerable”.
La narrativa oficial insiste en el compromiso de promover el respeto a los derechos humanos, pero expertos en derecho internacional consultados cuestionan la aplicabilidad real de estas garantías en un contexto de ocupación militar. La SRE ha recibido peticiones a favor de siete mexicanos dentro del movimiento, una cifra que no coincide con el comunicado inicial, abriendo más incógnitas sobre el número exacto de participantes y su nivel de exposición.
Tras rastrear los canales diplomáticos y contrastar testimonios, surge una revelación crucial: esta misión humanitaria se ha convertido en un complejo juego geopolítico donde los activistas son, al mismo tiempo, voluntarios idealistas y piezas en un tablero de tensiones internacionales. La protección consular mexicana se enfrenta a su prueba de fuego en aguas donde priman las leyes de la fuerza y la narrativa del conflicto.