Netanyahu propone a Trump para el Nobel de la Paz tras bombardear Irán

Washington DC, Estados Unidos

En un giro que dejó perplejos a los diccionarios —y a la lógica—, el Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció con solemnidad digna de ópera bufa que ha nominado al presidente Donald Trump para el Premio Nobel de la Paz. El gesto, tan conmovedor como inesperado, llega apenas semanas después de que Estados Unidos regalara a Irán un “espectáculo pirotécnico” de 13.6 toneladas de diplomacia explosiva.

El encuentro en la Casa Blanca tuvo todo el glamour de una ceremonia de premiación, aunque con menos ética y más cinismo. Netanyahu entregó al mandatario estadounidense la carta de nominación, un documento que, según los entendidos, podría redefinir el concepto de “ironía histórica”. “Es su nominación al premio de la paz, lo cual es bien merecido”, declaró el israelí con una cara de póquer que merecería su propio Óscar. Trump, siempre modesto, respondió: “Esto no lo sabía, y viniendo de usted es muy significativo”. Lo que no dijo es que, en su mente, el premio ya debería llamarse “Nobel de la Paz Relativa (según mi versión)”.

El magnate neoyorquino ya había confesado su frustración ante la prensa: según él, merecía “4 o 5” Nobel por resolver conflictos como si fueran trámites burocráticos. India y Pakistán, Serbia y Kosovo, Congo y Ruanda… todos, al parecer, agradecieron su intervención con una mezcla de incredulidad y terror. Pero fue su regalo a Irán —14 bombas “Rompebúnker”— lo que realmente selló su candidatura. Nunca antes un arma capaz de evaporar montañas había sido tan eficaz para… ¿promover la concordia mundial?

Mientras los académicos de Oslo se debaten entre reír o llorar, el mundo asiste atónito a esta lección de realpolitik convertida en sainete. ¿Será este el primer Nobel otorgado por “logros en la destrucción creativa”? Solo el tiempo —y quizá otro bombardeo— lo dirá.