Petro desafía a EEUU en la guerra contra las drogas

Petro desafía a EEUU en la guerra contra las drogas

En un giro cómico digno del más absurdo teatro burocrático, el presidente colombiano Gustavo Petro proclamó desde su púlpito digital que el Imperio del Norte es tan incapaz que no podría ejecutar su cruzada antidrogas sin el beneplácito de la nación que provee el elixir prohibido. Así, en medio de una tensión diplomática que huele a pólvora y cocaína rancia, el mandatario cuyas cuentas bancarias han sido congeladas por el Departamento del Tesoro estadounidense se erige como el oráculo imprescindible para una guerra que, sin su sabiduría, caería en la “ineficacia absoluta”.

“No se puede concretar una política antidrogas eficaz sin contar con nosotros. O se nos escucha o caen en la ineficacia absoluta”, declaró el estadista desde su trinchera en la red social X, como si ofreciera el secreto de la piedra filosofal a unos bárbaros que insisten en quemar brujas.

Con la solemnidad de un mártir, Petro juró que nunca ha recibido dinero del narcotráfico, insinuando que cualquier evidencia en su contra es un montaje tan burdo como los billetes de monopoly. Mientras, el gobierno estadounidense le impone sanciones por su presunta participación en el tráfico global de estupefacientes, acusación que el mandatario tilda de farsa política.

El coro de los condenados

El ministro del Interior, Armando Benedetti, otro miembro del club de los sancionados, declaró desde su exilio financiero que no tiene ningún requerimiento por narcotráfico y que su castigo es una represalia por defender al presidente. Benedetti, que se siente “golpeado” por las restricciones, parece ignorar que en este circo global, la lealtad se paga con cheques que ya no puede cobrar.

El gobierno estadounidense ha fustigado los resultados de la estrategia antinarcóticos de Petro, quien ha abandonado la lógica represiva para abrazar el diálogo con las comunidades que cultivan la hoja de coca. Su plan: persuadir a los campesinos para que abandonen voluntariamente la planta que les da de comer, como si ofrecieran intercambiar oro por promesas.

Además de las sanciones personales, Estados Unidos ha descertificado a Colombia en el cumplimiento del control de drogas por primera vez en tres décadas, quejándose de los cultivos de coca en niveles récord y exigiendo medidas más agresivas, como la erradicación forzada. Mientras, el área de cultivos alcanzó las 253.000 hectáreas en 2023, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Paradójicamente, el gobierno colombiano presume un récord de incautación de 884 toneladas de cocaína en 2024, como si quemar el grano salvara la cosecha.

“Me siento tranquilo, Trump ha decidido criminalizar, como extranjero, una política pública interna de Colombia. Nosotros decimos no al improperio”, añadió Petro, en un discurso que mezcla la resiliencia con el desafío.

Las consecuencias de una farsa épica

El mandatario interpretó como un espaldarazo a su política antinarcóticos los resultados de una votación de la coalición de izquierda, donde 2,7 millones de personas eligieron al precandidato para las presidenciales de 2026. “Casi tres millones de personas salieron ayer de sus casas a las urnas a expresarme su amor y solidaridad ante la arbitrariedad“, proclamó Petro. “Trump en vez de aislarnos del poder nos acercó a él”.

La pugna entre Petro y Trump ha escalado en redes sociales y declaraciones, con el colombiano criticando el despliegue militar en el Caribe y tildando los ataques letales a embarcaciones de “asesinatos”, mientras que el estadounidense tacha a Petro de “capo de las drogas” y suspende la ayuda financiera a Colombia. Un duelo de titanes donde la retórica sustituye a la razón y la cocaína es el testigo mudo.

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