Petro plantea al Vaticano como mediador en el proceso de paz con el ELN

En un giro estratégico que desafía los esquemas tradicionales de mediación, el mandatario colombiano Gustavo Petro ha lanzado una idea disruptiva: tras su encuentro con el pontífice, sugiere que la Santa Sede se convierta en el epicentro de las conversaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). ¿Podría la diplomacia vaticana, con su peso moral global, desbloquear un conflicto de décadas donde otros han fracasado?

“Imaginemos un escenario donde la codicia ceda ante el amor eficaz“, reflexionó Petro, cuestionando los modelos convencionales de negociación. Su visión: transformar la sede espiritual del catolicismo en un laboratorio de reconciliación, alejando el proceso de los tradicionales países garantes como Cuba o Venezuela.

• El presidente no elude las contradicciones: mientras ofrece al ELN una “segunda oportunidad”, denuncia su desviación ideológica. “Cambiaron la lucha por los excluidos por alianzas con el crimen transnacional”, afirmó, refiriéndose a la masacre de Catatumbo.

Este planteamiento surge en un contexto crítico: tras la ruptura de diálogos en enero por el recrudecimiento violento en zonas históricamente conflictivas. Petro propone reinventar el proceso, integrando una dimensión ética ausente en negociaciones previas. ¿Será esta la chispa que falta para trascender el círculo vicioso de violencia y diálogo fallido?

La audacia de la propuesta radica en su enfoque holístico: no se trata solo de acuerdos políticos, sino de sanar las raíces morales del conflicto. Un desafío abierto al status quo que podría redefinir los parámetros de la construcción de paz en el siglo XXI.