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Internacional

Petro y EEUU libran una batalla diplomática con acusaciones de golpe

La diplomacia se convierte en un ring de boxeo mientras acusaciones y retiros de embajadores escalan la tensión.

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Petro y EEUU libran una batalla diplomática con acusaciones de golpe

BOGOTÁ — En un episodio que mezcla realismo mágico con manual de geopolítica para principiantes, el gobierno estadounidense decidió retirar a su encargado de negocios en Bogotá, no para evitar que aprenda a bailar cumbia, sino en protesta por las declaraciones del presidente Gustavo Petro, quien acusa a Washington de orquestar un golpe de estado con más secretos que un episodio de House of Cards pero menos credibilidad que un meme de redes sociales.

En respuesta, Petro, siempre fiel a su estilo de estadista revolucionario de telenovela, convocó a su embajador en Washington para “consultas urgentes”, un eufemismo diplomático que en lenguaje coloquial significa: “Venga pa’ca que le voy a dar un discurso sobre el imperialismo mientras tomamos tinto”.

El Departamento de Estado, por su parte, emitió un comunicado tan lleno de frases hechas que podría usarse como manual para no decir nada importante: “Valoramos la relación con Colombia (pero solo cuando hacen lo que decimos)”. Mientras tanto, el excanciller Álvaro Leyva aparece en audios buscando congresistas estadounidenses como si fueran cartas de Pokémon, intentando reunir el equipo perfecto para su “supuesto plan golpista”, una estrategia tan discreta como un elefante en una cristalería.

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Petro, en su cuenta de X (antes Twitter, antes pájaro azul), denuncia conspiraciones con la frecuencia con que otros publican fotos de sus almuerzos: “Hay un golpe en fragrancia”, declaró, mezclando jurisprudencia con terminología de novela policiaca. Curiosamente, según él, el mismo gobierno que ahora critica lo salvó de atentados anteriores, en un giro argumental que dejaría perplejos hasta los guionistas de Stranger Things.

La relación bilateral, que lleva 200 años de altibajos (como un matrimonio donde uno es marxista y el otro dueño de una multinacional), atraviesa su peor crisis desde que Petro decidió que la guerra contra las drogas es un fracaso, una revelación tan sorprendente como decir que el agua moja. Mientras Colombia reduce metas de erradicación de coca, EEUU exige resultados, en un pulso que recuerda a un padre regañón y un hijo rebelde: “¡Pero si no estás haciendo nada!” vs. “¡Es que tu método no funciona!”.

El capítulo más reciente de este culebrón incluyó aviones deportadores rechazados como si fueran platos de comida fría, amenazas de aranceles que nunca llegaron, y la firme creencia de Petro de que la espada de Bolívar es argumento suficiente en política exterior. Mientras tanto, los ciudadanos de a pie miran el espectáculo preguntándose si esta es realmente la “diplomacia del siglo XXI” o simplemente un reality show mal escrito.

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