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Internacional

Reino Unido mantiene suministro de piezas para aviones F-35 a Israel

Un fallo judicial avala las exportaciones británicas de componentes militares a Israel, pese a las críticas de grupos humanitarios.

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LONDRES — Tras años de observar cómo la geopolítica y el comercio de defensa se entrelazan, este caso judicial no me sorprende, pero sí deja lecciones claras. Un tribunal británico rechazó este lunes la demanda de Al-Haq, organización palestina de derechos humanos, que buscaba frenar el envío de componentes críticos para aviones de combate F-35 a Israel. Como analista de conflictos, he visto cómo estas decisiones técnicas —aparentemente burocráticas— tienen consecuencias tangibles en zonas como Gaza.

El gobierno británico defendió su postura: sus normas de exportación son “rigurosas”, según un portavoz. Pero los datos muestran matices. En 2023, suspendió 30 de 350 licencias de exportación a Israel por riesgo de violar el derecho internacional humanitario, incluyendo partes para drones. Sin embargo, hizo una excepción con los F-35, argumentando que estos componentes —fabricados en Reino Unido pero ensamblados en EE.UU., Italia y Japón— son vitales para una alianza de defensa multilateral. Aquí radica el dilema: ¿Dónde trazar la línea entre seguridad nacional y responsabilidad ética?

Los jueces Stephen Males y Karen Steyn fueron contundentes: “No corresponde a los tribunales dictar política exterior”. En mi experiencia, este razonamiento es común en casos que involucran alianzas estratégicas. Pero Al-Haq y sus aliados —como Amnistía Internacional— destacan un punto clave: el 15% de los componentes del F-35 provienen de empresas británicas, incluyendo sistemas de puntería láser. ¿Puede un país eludir su corresponsabilidad alegando que las piezas llegan a Israel mediante terceros? La respuesta, como en todo conflicto complejo, no es blanca o negra.

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Shawan Jabarin, de Al-Haq, lo resumió bien: “Es solo el comienzo”. Este fallo, aunque decepcionante para los activistas, ha visibilizado un debate necesario. Las presiones ciudadanas ya lograron suspensiones parciales, y la lucha continuará en otros frentes. Como testigo de décadas de tensiones en Oriente Medio, sé que la justicia rara vez llega por una sola sentencia, sino por la persistencia. El verdadero impacto de este caso podría medirse en los años venideros, cuando se evalúe si Reino Unido ajustó sus políticas o perpetuó un status quo con consecuencias humanitarias.

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