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Internacional

Robert Prevost se convierte en el primer papa estadounidense de la historia

Un giro histórico en el Vaticano: el primer pontífice estadounidense marca el inicio de una nueva era.

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CIUDAD DEL VATICANO — Robert Prevost, el misionero nacido en Chicago que dedicó décadas a servir en Perú y ascendió a uno de los puestos más influyentes del Vaticano, hizo historia este jueves al convertirse en el primer papa estadounidense de la Iglesia católica. A sus 69 años, el religioso agustino adoptó el nombre de León XIV, evocando el legado de justicia social de su predecesor León XIII.

Desde la logia de la Basílica de San Pedro, el nuevo pontífice sorprendió al mundo con un discurso en italiano impecable y español fluido, omitiendo deliberadamente el inglés en un guiño al estilo inclusivo de Francisco. “La paz desarmada y desarmante será nuestra brújula”, declaró, vistiendo la capa roja papal que su antecesor había rechazado, señalando un equilibrio entre tradición y renovación.

La elección rompió un tabú centenario: ningún ciudadano de una superpotencia geopolítica había ocupado el trono de Pedro. Prevost sorteó esta barrera gracias a su doble nacionalidad peruana y su profundo vínculo con Latinoamérica, región que alberga al 40% de los católicos mundiales. Francisco, quien lo preparó meticulosamente —desde asignarle una conflictiva diócesis en Perú hasta ponerlo al frente de las nominaciones episcopales— encontró en él al heredero ideal para su revolución pastoral.

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El cónclave más diverso de la historia culminó con humo blanco en solo dos días. Cuando el cardenal protodiácono anunció “Habemus Papam!”, la Plaza de San Pedro estalló en lágrimas y vítores multilingües. Estudiantes estadounidenses en Roma, monjas texanas y peruanos frente a la catedral de Lima celebraron por igual, demostrando que la elección trascendía fronteras.

Analistas destacan el simbolismo del nombre León XIV: un puente entre la audacia reformista de Francisco y la visión social de León XIII, cuyo manifiesto “Rerum Novarum” (1891) revolucionó la doctrina obrera. “No es casualidad que un agustino —orden mendicante dedicada a la pobreza— lidere ahora la Iglesia”, explicó Natalia Imperatori-Lee, experta en estudios religiosos. “Su elección redefine el catolicismo estadounidense, tradicionalmente dividido entre conservadores y progresistas.”

Entre sus primeras acciones, León XIV mantendrá la innovadora reforma de Francisco: incluir mujeres en la selección de obispos. Mientras el presidente Trump celebraba el “honor” para EE.UU., en Chiclayo (Perú), donde Prevost fue arzobispo, los fieles coreaban: “¡Queremos visita papal!”. La escena encapsulaba el desafío del nuevo pontificado: conciliar identidades múltiples en una Iglesia que busca reinventarse sin perder su esencia.

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¿Podrá este papa bicultural, formado en Filadelfia y Lima, resolver la ecuación imposible? Unificar a una feligresía global fracturada, mantener el impulso reformista y navegar las tensiones geopolíticas desde el país más poderoso del mundo. Como auguró una monja en el Angelicum —alma máter del nuevo pontífice—: “Su corazón agustino, acostumbrado a buscar armonía en la diversidad, podría ser justo lo que la Iglesia necesita”.

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