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Trump acepta un Boeing de Qatar como si fuera un cupón de descuento

Un regalo millonario desata polémica y risas en medio de tensiones diplomáticas.

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Trump acepta un Boeing de Qatar como si fuera un cupón de descuento

El mandatario inspecciona su “nueva adquisición” con la emoción de un niño en Navidad, ignorando que los regalos de gobiernos extranjeros suelen venir con factura política.

En un audaz movimiento que redefine el concepto de “amigo con beneficios”, el presidente Donald Trump ha decidido aceptar un Boeing 747-8 de Qatar como si fuera un obsequio de cumpleaños y no un potencial conflicto de interés con alas. Funcionarios estadounidenses, entre risas nerviosas, insinúan que el avión podría convertirse en el nuevo Air Force One, porque nada dice “patriotismo” como un jet donado por una monarquía petrolera.

Qatar, con la elegancia de un jeque que tira dinero desde un yate, aclaró que “no hay decisión final”, pero Trump ya twitteó su entusiasmo como si estuviera anunciando una oferta del Black Friday: “¡Es GRATIS! ¿Por qué pagar si nos lo regalan?”. La Cláusula de Emolumentos de la Constitución, esa vieja pesada, intentó recordarle que aceptar regalos de gobiernos extranjeros sin aprobación del Congreso es como mínimo… cuestionable. Pero ¿quién necesita leyes cuando tienes un avión con duchas de oro?

Según fuentes cercanas al delirio, el jet será usado por Trump hasta 2029, cuando lo donará a su biblioteca presidencial (que aún no existe), completando así el círculo de la opacidad. Mientras tanto, Chuck Schumer bromeó: “Nada dice ‘América Primero’ como un avión patrocinado por Qatar”, añadiendo que es el primer caso de product placement en la Casa Blanca.

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Expertos en ética, llorando entre códigos legales, señalan que el avión —un “palacio volante” con amenities dignas de un sultán— carece de las medidas de seguridad de los actuales Air Force One, blindados contra ataques nucleares. “Pero hey —argumenta un asesor anónimo—, ¿qué mejor protección que la ingenuidad?”. Mientras Boeing, responsable del reemplazo oficial, ve cómo su contrato se esfuma más rápido que la credibilidad de un tuit presidencial.

La moraleja: en la era de la posverdad, hasta la diplomacia tiene clase business. Y si te preguntas cómo un regalo de $400 millones no es un soborno, la respuesta es simple: llámalo “beneficio mutuo” y sigue volando.

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