Una Carrera Contra el Tiempo en la Casa Blanca
En mis años cubriendo la política en Washington, he sido testigo de este baile particular en numerosas ocasiones. La imagen del presidente Donald Trump saludando al coronel Christopher M. Robinson en la Base Andrews es solo la calma antes de la tormenta. Tras un viaje aparentemente rutinario, como el que realizó al torneo de golf Ryder Cup, suelen venir las negociaciones más intensas.
La reunión que ha convocado con los cuatro principales líderes del Congreso este lunes es un clásico de la estrategia de presión en la capital. He aprendido que cuando la fecha límite para financiar al gobierno federal se acerca, como la del martes, las conversaciones dejan los pasillos y se trasladan al Despacho Oval. No se trata de una simple conversación; es una partida de ajedrez donde se negocian concesiones y se miden las fuerzas de cada facción.
Desde mi experiencia, estos encuentros de último minuto pueden ser tan productivos como frustrantes. He visto acuerdos fraguarse en cuestión de horas, pero también he presenciado cómo colapsan en minutos, llevando al país a un cierre gubernamental con todas sus consecuencias. La lección siempre es la misma: hasta que no hay tinta en el papel, nada está decidido. La credibilidad de la administración y la capacidad de gobierno se ponen en juego en estas citas, donde la teoría política choca con la cruda realidad de la gobernabilidad.