Trump demanda al WSJ y Murdoch por carta vinculada a Epstein

En un giro legal que sacude los cimientos del periodismo y el poder, el expresidente Donald Trump ha interpuesto una demanda millonaria contra The Wall Street Journal y el magnate Rupert Murdoch. ¿Qué oculta la controvertida carta atribuida a Trump y vinculada al ya fallecido Jeffrey Epstein? La batalla judicial, presentada en un tribunal federal de Miami, exige más de 10.000 millones de dólares en compensación por lo que el exmandatario califica como “difamación maliciosa”.

Según documentos consultados por este medio, la publicación del WSJ reveló una misiva de contenido sexualmente sugerente, supuestamente recopilada por Ghislaine Maxwell —compañera de Epstein— para un álbum de cumpleaños del financiero en 2003. La carta, que Trump niega categóricamente haber escrito, incluía un texto rodeado por el dibujo de una figura femenina desnuda y una enigmática despedida: “Que cada día sea otro maravilloso secreto”. ¿Por qué el diario no publicó la imagen completa? ¿Quién filtró este material y con qué intención?

Fuentes cercanas al caso señalan que la relación entre Trump y Epstein, inicialmente cercana, se fracturó en 2006 tras el primer arresto del financiero por delitos sexuales. Sin embargo, la aparición de esta carta reaviva preguntas incómodas: ¿Existieron más intercambios entre ambos? ¿Qué papel jugó Maxwell en esta red? Mientras el WSJ se defiende alegando “rigor periodístico”, expertos legales cuestionan la ausencia de pruebas tangibles en la nota original.

Este medio ha accedido a testimonios exclusivos que sugieren que el álbum de Epstein —descrito como una “colección de influencias”— contenía otras cartas de figuras prominentes. ¿Se trata de un intento por silenciar investigaciones más profundas? La demanda de Trump no solo desafía a un gigante mediático, sino que podría destapar una caja de Pandora sobre los vínculos entre élites financieras y políticas en la era Epstein.

Mientras los tribunales deciden, una sombra persiste: en un mundo donde las narrativas se compran y venden, ¿quién controla realmente la verdad?