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Internacional

Trump deporta a vietnamitas a Sudán del Sur bajo órdenes de un manual de geografía alucinante

El absurdo geopolítico de redirigir migrantes asiáticos a una zona en conflicto, mientras el sistema judicial intenta frenar el caos.

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En un giro digno de una distopía kafkiana, el gobierno de Donald Trump ha decidido que el problema migratorio se resuelve con un globo terráqueo, un lápiz y una dosis generosa de indiferencia. Según abogados desesperados, las autoridades estadounidenses han empezado a deportar a ciudadanos de Myanmar y Vietnam a Sudán del Sur, un país cuya estabilidad es tan frágil como un castillo de naipes en un huracán. ¿La excusa? Una orden judicial que prohíbe deportaciones a ciertos países fue interpretada como: “Prohibido, a menos que sea más divertido enviarlos a otro sitio”.

Las víctimas de este experimento geopolítico son informadas en inglés —idioma que muchos no dominan—, como si el Departamento de Seguridad Nacional hubiera contratado a un mago de feria para sus comunicaciones. “¡Abracadabra! Ahora eres sudanés”, podría ser el lema oficial. Mientras tanto, los abogados de los migrantes corren contra reloj para evitar que sus clientes sean arrojados a un conflicto que la ONU describe como “oscuramente reminiscente” de masacres pasadas. ¿Qué mejor lugar para reubicar a alguien que huye de la persecución?

El gobierno federal, en su infinita sabiduría, ha recurrido a acuerdos con países como Panamá y El Salvador para “almacenar” migrantes, como si fueran mercancía en tránsito. Pero Sudán del Sur, con sus reservas de petróleo y sus 400,000 muertos recientes, parece ser el destino estrella. ¿Acaso alguien en Washington confundió “protección temporal” con “lotería de destinos peligrosos”?

Mientras la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, extiende protecciones migratorias “para revisar mejor la situación”, sus colegas ya han subido a una docena de personas a aviones con rumbo al caos. Si esto es política migratoria, entonces el Ministerio de Magia de Harry Potter tiene mejores protocolos.

Lo único claro es que, en el manual de Trump, los derechos humanos son un capítulo opcional, la geografía un juego de dardos y la deportación, un reality show donde los participantes no saben ni adónde van ni por qué.

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