Trump despliega efectivos militares en Portland ante la tensión en instalaciones de ICE

El presidente Donald Trump anunció mediante una publicación en redes sociales este sábado la decisión de enviar efectivos militares a la ciudad de Portland, Oregon.

 

En su comunicado, el mandatario describió la urbe como “devastada por la guerra” y justificó la medida como necesaria para proteger las instalaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), las cuales, según su declaración, se encuentran “sitiadas” por lo que calificó como “Antifa y otros terroristas nacionales”.

 

Esta acción representa una escalada significativa en la respuesta federal a las protestas que han caracterizado a la ciudad durante los últimos meses. La decisión fue comunicada tras una solicitud formal de la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem. Trump detalló que ha instruido al secretario de Guerra, Pete Hegseth, para que proporcione “todos los militares necesarios” para asegurar la zona.

 

Además, el presidente autorizó explícitamente el uso de “toda la fuerza, si es necesario”, una frase cuya ambigüedad operativa generó interrogantes inmediatos.

 

Cuando la cadena CNN contactó a la Casa Blanca para obtener aclaraciones sobre el alcance de “toda la fuerza” y el tipo específico de tropas que se desplegarían, no se recibieron más comentarios, dejando abierta la interpretación sobre el nivel de la intervención militar planeada. Este anuncio se produce en un contexto de alta tensión nacional, marcado por el reciente tiroteo ocurrido en una instalación del ICE en Dallas, Texas.

 

En ese incidente, un hombre armado, cuyas intenciones iban dirigidas contra el personal y la propiedad de la agencia, resultó en la muerte de un inmigrante detenido y dejó a otros dos gravemente heridos. Este evento parece actuar como catalizador para justificar una postura de mano dura y una mayor militarización de la seguridad en instalaciones federales sensibles. La reacción por parte de las autoridades locales de Oregon no se hizo esperar.

 

Líderes estatales y municipales, incluyendo al senador Jeff Merkley, el alcalde de Portland Keith Wilson, la representante Maxine Dexter y varios miembros del consejo municipal, realizaron un llamado público a la calma durante una conferencia de prensa celebrada el viernes por la noche. Este llamado se produjo después de que la ciudad registrara un notable aumento en la actividad de agentes federales. En sus declaraciones, el senador Merkley expuso una interpretación diametralmente opuesta a la narrativa presidencial, acusando a Trump de enviar agentes con el propósito expreso de sembrar el caos.

 

“El presidente ha enviado agentes aquí para provocar una reacción. Para provocar protestas. Para provocar conflictos. Su objetivo es que Portland luzca como él la describió. Nuestro trabajo es decir: ‘No vamos a caer en la trampa’”, afirmó Merkley, reflejando la profunda división política que envuelve la situación.

 

El epicentro de las tensiones en Portland es una instalación del ICE ubicada a aproximadamente tres kilómetros al sur del centro de la ciudad.  Este lugar ha sido escenario de protestas casi constantes a lo largo del verano. Si bien la inmensa mayoría de estas manifestaciones han sido pacíficas, algunos episodios han derivado en enfrentamientos que incluyeron el uso de gas lacrimógeno por parte de las fuerzas del orden, llegando a ocasionar el cierre temporal de las instalaciones.

 

Esta realidad contrasta con las declaraciones que Trump realizó a principios de septiembre en el Despacho Oval, donde afirmó que Portland no estaba necesariamente en su radar como una ciudad que requiriera intervención federal. En esa misma ocasión, sin presentar pruebas, el presidente se refirió a la presencia de “terroristas a sueldo” a los que prometió “aniquilar”.

 

“Estos son agitadores a sueldo y son muy peligrosos para nuestro país. Y cuando vayamos allí, si vamos a Portland, los vamos a aniquilar. Se irán, se irán. Ni siquiera resistirán la lucha”, declaró entonces. La retórica del presidente se enmarca dentro de su reciente designación de Antifa como una “gran organización terrorista”.

 

Este término, utilizado por la administración para agrupar a facciones dispersas de izquierdistas o anarquistas que participan en protestas, ha encontrado en Portland un ejemplo recurrente en sus comunicados, dada la existencia en la ciudad de una de las organizaciones más antiguas del país que lleva ese nombre.

 

Esta no es la primera vez que el gobierno federal despliega agentes en Portland bajo el mandato de Trump; en 2020, durante las masivas protestas por el asesinato de George Floyd, efectivos del Departamento de Seguridad Nacional fueron enviados al centro de la ciudad, un precedente que añade capas de complejidad a la actual decisión.

 

La persistencia del conflicto parece haber sorprendido al propio presidente, quien a principios de mes manifestó: “Voy a analizarlo ahora, porque no sabía que esto seguía sucediendo. Esto lleva años ocurriendo”.

 

Esta admisión plantea dudas sobre la base de inteligencia continua que sustenta la medida actual y subraya el profundo choque entre la narrativa federal y la percepción local, dejando a Portland en el centro de un debate nacional sobre seguridad, derechos de protesta y los límites del poder ejecutivo.

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