Trump enfrenta ola de protestas en Escocia durante partida de golf

EDIMBURGO — Entre greens impecables y fuertes controles de seguridad, una pregunta flotaba en el aire: ¿por qué la visita del expresidente estadounidense Donald Trump a su resort escocés desató tal rechazo? Mientras él y su hijo Eric recorrían el campo de Turnberry, adquirido por su familia en 2014, miles de manifestantes tejían una red de resistencia que trascendía fronteras ideológicas.

Documentos obtenidos por este medio revelan que las protestas —coordinadas por una inusual alianza entre ambientalistas, grupos pro-Ucrania y opositores al conflicto en Gaza— superaron las 15 localidades. “Es un carnaval de resistencia”, afirmó Anita Bhadani, organizadora de la llamada Coalición para Detener a Trump. ¿Qué motivó esta convergencia sin precedentes?

Testimonios exclusivos apuntan a dos detonantes: el reciente acuerdo comercial anglo-estadounidense —que críticos califican de “rendición” ante las presiones arancelarias— y los vínculos no resueltos entre Trump y el fallecido Jeffrey Epstein, evidenciados en carteles que mostraban a ambos juntos. “No alfombra roja para dictadores”, rezaba una pancarta sostenida por Amy White, adolescente de 15 años cuya familia viajó tres horas para unirse a las manifestaciones.

Fuentes del gobierno escocés confirmaron a este diario que, pese al malestar popular, se destinaron fondos públicos para albergar el Campeonato Nexo 2025 en otro campo de Trump cerca de Aberdeen. Esta decisión, defendida por el primer ministro John Swinney como un beneficio turístico, contrasta con las declaraciones de la parlamentaria Maggie Chapman: “Nos solidarizamos contra todo lo que él representa”.

El contraste no podía ser más evidente: dentro del exclusivo club, Trump elogiaba en redes sociales a Turnberry como uno de los “Cinco Mejores Campos de Golf” según el legendario Gary Player —incluso al cometer un error ortográfico en el nombre de la localidad—. Fuera, las gaitas sonaban al ritmo de consignas como “¡No te queremos aquí!”.

¿Por qué Escocia, tierra natal de la madre de Trump, se ha convertido en epicentro de este rechazo? Analistas consultados sugieren que el resentimiento acumulado por sus políticas migratorias y su retórica divisiva caló hondo en esta nación que en 2018 ya había albergado masivas protestas durante su primer mandato. Como resume June Osbourne, historiadora que protestó vestida como personaje de “El cuento de la criada“: “Sentimos la obligación moral de decirle que no es bienvenido”.

Mientras el convoy presidencial abandonaba Escocia rumbo a Washington, quedaba una interrogante: ¿este movimiento espontáneo marcará un precedente para futuras visitas de líderes polémicos? Las imágenes de ese sábado —desde el perro con su cartel contra tiranos hasta los agentes de seguridad retirándose— pintan un panorama donde el deporte y la política chocan con inusual intensidad.