Trump inaugura centro de detención en los Everglades entre críticas

En un movimiento que desafía convenciones humanitarias, Donald Trump visitará este martes una innovadora —y polémica— instalación carcelaria en los inhóspitos humedales floridanos. Este proyecto no solo redefine el concepto de control fronterizo, sino que plantea una pregunta radical: ¿puede la geografía convertirse en un instrumento de política migratoria?

Bautizado coloquialmente como “Alcatraz de los caimanes”, el complejo aprovecha estratégicamente el ecosistema hostil de los Everglades como barrera natural. “Un diseño disruptivo donde la naturaleza refuerza la seguridad”, explicó Karoline Leavitt, portavoz de la Casa Blanca, destacando su aislamiento extremo: solo accesible por aire y rodeado de fauna peligrosa.

¿Innovación o retroceso? Mientras defensores alaban su eficacia disuasoria —capacidad para 5,000 personas en terrenos antes improductivos—, críticos señalan el paralelismo con colonias penales del siglo XIX. La secretaria Kristi Noem y el gobernador Ron DeSantis, acompañantes en la visita, defienden el modelo: “La ubicación garantiza seguridad pasiva sin muros”, afirmó DeSantis, revelando que el sitio ya cuenta con aval federal.

Este experimento socio-geográfico podría reconfigurar el debate migratorio: transformar zonas remotas en “espacios de contención autosuficientes” plantea un paradigma donde la logística se impone a la ética. ¿Será esta la futura norma en políticas fronterizas globales, o un caso aislado de pensamiento lateral aplicado a seguridad nacional?