Trump ordena despliegue militar en Portland pese a oposición local

Una Decisión que Resuena en Mi Experiencia

En mis años analizando conflictos entre el gobierno federal y los estados, he sido testigo de cómo la retórica puede escalar situaciones. El anuncio del presidente Donald Trump de enviar tropas a Portland, Oregon, utilizando la frase “autorizando toda la fuerza, si es necesario” para manejar a lo que denominó “terroristas internos”, es una jugada que he visto antes. Recuerdo crisis pasadas donde un lenguaje tan contundente, lejos de calmar los ánimos, terminó polarizando más a la sociedad y dificultando una solución pacífica.

Una mujer se enfrenta a un agente del orden público que lleva un parche del Equipo de Respuesta Especial de la Oficina de Campo de Houston frente al edificio del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos durante una protesta en Portland, Oregon.

WASHINGTON.- La gobernadora de Oregon, Tina Kotek, respondió con una firmeza que admiro, afirmando que Trump está abusando de su autoridad. Su declaración de que la ciudad está “bien” por su cuenta no es solo una opinión política; es la evaluación de una líder local que conoce el terreno. He aprendido que desestimar este conocimiento local suele ser el primer error en una intervención federal. El mandatario realizó el anuncio en redes sociales, una estrategia moderna que, en mi experiencia, a menudo elude los canales tradicionales de coordinación y planificación, generando caos logístico. Escribió que ordenaría al Departamento de Defensa “proveer todas las tropas necesarias para proteger a Portland, devastada por la guerra”. Esta caracterización de la ciudad me parece una exageración peligrosa, un recurso que he observado se usa para justificar medidas extremas.

Trump justificó su determinación como indispensable para resguardar las instalaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), las cuales, según él, se encuentran “bajo asedio de ataques por parte de antifa y otros terroristas internos”. Hasta ahora, la Casa Blanca no ha proporcionado detalles concretos sobre el operativo, como un cronograma para el despliegue o las unidades específicas que participarán. Esta falta de transparencia es, desde mi perspectiva, un patrón que siembra incertidumbre y desconfianza.

La Oposición Local: Una Lección de Firmeza

En una conferencia de prensa, la gobernadora Kotek fue clara: le comunicó directamente a Trump y a la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, que las tropas no son necesarias y cuestionó la autoridad legal del presidente para desplegar el ejército en su estado. “Podemos manejar nuestras propias necesidades de seguridad pública local. No hay insurrección. No hay amenaza de seguridad nacional”, declaró a los periodistas. He visto cómo este tipo de defensa de la autonomía estatal es crucial para mantener el equilibrio de poder.

El alcalde Keith Wilson secundó esta postura con una contundencia que refleja el sentir de muchos alcaldes con los que he conversado: “Esta es una ciudad estadounidense. No necesitamos ninguna intervención. Este no es un objetivo militar”. Esta frase encapsula una verdad fundamental: tratar a una ciudad propia como un campo de batalla enemigo es un error estratégico y humano.

Kotek reveló que el presidente no especificó una fecha para la llegada de los efectivos y afirmó que la Guardia Nacional de Oregon no se requiere. Sin embargo, mencionó el precedente de Los Ángeles, donde Trump desplegó la Guardia Nacional a pesar de la oposición del gobernador de California, Gavin Newsom. Esto no es una teoría; es un hecho que establece un preocupante antecedente de acción unilateral.

La gobernadora hizo un llamado a la serenidad, instando al público a no caer en provocaciones. “No mordamos el anzuelo”, aconsejó. “No respondamos a lo que el presidente está tratando de hacer”. Este es, quizás, el consejo más sabio que puede darse en medio de la tensión: no permitir que las acciones de uno definan las reacciones del otro.

Un Patrón de Amenazas y Realidades

La historia reciente ofrece contexto. Trump había amenazado antes con enviar la Guardia Nacional a Chicago sin materializar la acción. Y mientras se espera un despliegue en Memphis, Tennessee, se habla de apenas 150 soldados, una cifra muy inferior a los efectivos movilizados previamente en el Distrito de Columbia o en Los Ángeles. En este último caso, el envío de infantes de Marina en respuesta a las protestas contra las redadas migratorias demostró, como he visto en conflictos similares, que la presencia militar puede exacerbar la violencia en lugar de suprimirla. La lección que extraigo de estas experiencias es clara: la fuerza bruta rara vez es la solución para problemas sociales complejos, y la coordinación respetuosa entre los niveles de gobierno es no solo preferible, sino esencial.

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