Trump y Putin ensayan su ballet diplomático entre sanciones y misiles

En un giro que nadie vio venir (excepto todos), el autoproclamado negociador supremo, Donald Trump, y el zar del realpolitik, Vladímir Putin, podrían reunirse para “solucionar” una guerra que, según fuentes no verificadas, sigue existiendo. La Casa Blanca, ese faro de transparencia, filtró que el encuentro sería “tan productivo como una reunión de condominios en Miami”, aunque advirtieron que aún no hay lugar, hora, ni garantías de que no terminen comparando medidas de cuello.

El secretario de Estado Marco Rubio, conocido por su optimismo contagioso, bajó las expectativas con un “mucho debe ocurrir antes”, frase que en lenguaje diplomático significa “ni en sus sueños más húmedos”. Mientras, Steve Witkoff, el enviado especial (y probablemente el único que leyó el memo), ya se reunió con Putin en Moscú para una “charla constructiva” de tres horas, código para “tomamos vodka y hablamos de cuánto extrañan los años 80”.

Zelenskyy, el único en esta obra que realmente tiene un país en llamas, declaró con esperanza cautelosa que “Rusia ahora está más inclinada a un alto el fuego”, justo después de que misiles rusos convirtieran un centro recreativo ucraniano en escombros. “Sólo crueldad para intimidar”, resumió el presidente, en lo que podría ser el lema no oficial de la diplomacia rusa.

Mientras tanto, Putin, en un gesto de “paz” característico, anunció el despliegue de misiles hipersónicos “irinterceptables” y canceló la moratoria nuclear, porque nada dice “estamos listos para negociar” como amenazar con borrar ciudades. Trump, por su parte, amenazó con aranceles a compradores de petróleo ruso, porque si hay algo que une a aliados y enemigos es el odio a los impuestos.

Analistas coinciden en que Putin “gana tiempo” mientras sus tropas avanzan a paso de tortuga con artritis. La Casa Blanca insiste en que las sanciones “podrían ser severas”, aunque omiten que su definición de “severas” incluye descuentos en caviar y multas pagaderas en memes de TikTok.

El mundo espera, entre incredulidad y palomitas, esta cumbre donde, según Trump, hay “muy buena posibilidad de que se reúnan”. Traducción: “O me dan el Nobel o incendio Twitter”.