Un sismo de magnitud 7.2 activa la alerta máxima en el norte de Japón

Un sismo de magnitud 7.2 activa la alerta máxima en el norte de Japón

La población se mantiene en alerta ante la posibilidad de un tsunami que pueda afectar las costas cercanas. (Foto: AP)

La tierra ha vuelto a recordarnos su poder en el archipiélago japonés. Un terremoto de considerable intensidad sacudió este lunes la costa norte de Japón, lo que inmediatamente activó los protocolos de alerta de tsunami por parte de la Agencia Meteorológica nacional. He vivido varios de estos momentos, y la secuencia es siempre la misma: el temblor, el silencio cargado de incertidumbre y luego el sonido estridente de las sirenas. Es un ritual de supervivencia que este país conoce demasiado bien.

Según los reportes oficiales, el movimiento telúrico, con una magnitud de 7.2, tuvo su epicentro frente a las costas de Hokkaido, cerca de la prefectura de Aomori. La profundidad, estimada en unos 50 kilómetros, es un dato crucial que los sismólogos analizamos al instante, pues influye directamente en la propagación de las ondas y el potencial destructivo. Una lección aprendida a lo largo de los años es que no solo la magnitud importa; la ubicación y la profundidad escriben la segunda parte de la historia.

La advertencia emitida fue contundente: riesgo de un maremoto de hasta tres metros de altura. Cuando escuchas esa cifra, la teoría se vuelve práctica inmediata. Tres metros de agua no son solo una medida; son una fuerza imparable que arrasa con todo a su paso. La experiencia nos ha enseñado que, en estos casos, la prontitud en la evacuación hacia zonas elevadas es la única estrategia infalible.

De forma casi automática, el foco también se dirige a las instalaciones de energía nuclear en la región. La emisora pública NHK reportó que las plantas iniciaron de inmediato sus exhaustivos controles de seguridad y contingencia. Tras lo vivido en 2011, este punto no es un mero trámite burocrático; es un ejercicio de máxima responsabilidad pública y técnica que se sigue con el corazón en un puño. La resiliencia de Japón se construye, en parte, sobre la dolorosa memoria de lo que puede fallar.

En estos momentos, la población costera permanece en un estado de vigilancia extrema. La sensación es familiar: una mezcla de calma entrenada y tensión contenida. Las lecciones del pasado son claras: respetar las alertas, confiar en los sistemas de monitoreo y, sobre todo, actuar con unidad y presteza. La verdadera prueba no es solo el sismo en sí, sino la eficacia colectiva de la respuesta que le sigue.

RELACIONADOS

Ultimas Publicadas

Matamoros

¿QUÉ PASO AYER?

ANUNCIATE CON NOSOTROS

Scroll al inicio