Una explosión revela un patrón de ataques en el corazón de Moscú

MOSCÚ. La narrativa oficial se desmorona con cada nuevo estallido. Este miércoles, una detonación en una calle de la capital rusa no fue un incidente aislado, sino el eslabón más reciente de una inquietante cadena. Tres vidas, incluidos dos oficiales de la policía de tráfico, se extinguieron en el acto. Según el comunicado frío de la portavoz del Comité de Investigación, Svetlana Petrenko, los agentes se aproximaban a un “individuo sospechoso” cuando el artefacto explotó. La versión es escueta, demasiado pulida. ¿Quién era ese individuo? ¿Por qué portaba un explosivo? Las preguntas se multiplican mientras los peritos criminalísticos recogen metralla y testimonios mudos.

Pero el periodista investigativo persiste y conecta los puntos en el mapa. Este episodio sangriento ocurrió en la misma zona donde, apenas cuarenta y ocho horas antes, el teniente general Fanil Sarvarov, jefe de una dirección clave del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, fue volatilizado por una bomba adherida a su automóvil. La proximidad geográfica y temporal no puede ser casualidad. Es un patrón. Sarvarov era el tercer alto mando militar eliminado en poco más de un año, un dato que las autoridades rusas reconocen a regañadientes, señalando rápidamente hacia Ucrania como presunta autora intelectual.

Sin embargo, la hipótesis oficial genera más escepticismo que certezas. ¿Se trata realmente de operaciones de inteligencia ucranianas penetrando con impunidad el núcleo de la seguridad moscovita? O, por el contrario, ¿estamos ante la revelación de luchas de poder internas, ajustes de cuentas o la acción de células descontentas? La persistente oleada de violencia en el corazón del poder ruso expone una vulnerabilidad alarmante y cuestiona la eficacia de sus vastos servicios de seguridad. Cada explosión no es solo un acto de terror, sino un mensaje cifrado. Descifrarlo requiere mirar más allá del humo y los comunicados oficiales, hacia las tensiones ocultas que fracturan el paisaje político y militar ruso. La verdad, como los artefactos explosivos, suele estar enterrada, esperando a ser descubierta.

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