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Internacional

Veterano detiene a atacante en Walmart con un carrito de compras

Un veterano discapacitado se convierte en héroe al detener a un agresor en medio del caos.

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Foto: Agencia AP.

MICHIGAN

En un mundo donde los superhéroes usan capas y los villanos monologan antes de actuar, la realidad nos regala escenas más surrealistas: un veterano discapacitado, Matthew Kolakowski, se convirtió en el justiciero improvisado que Walmart nunca supo que necesitaba. Mientras elegía carnadas y papitas con su hija, el destino le asignó una misión épica: detener a un hombre que, en lugar de aprovechar las ofertas del pasillo 7, prefería apuñalar a 11 personas como si estuviera en una versión cutre de Día de la Independencia.

El presunto agresor, Bradford Gille, demostró una vez más que el sistema de salud mental estadounidense es tan eficaz como un paraguas de papel. Con un historial de arrestos, violencia doméstica y un peculiar gusto por vandalizar tumbas (¿quizás ensayando para su futuro?), Gille logró esquivar una orden de custodia para protagonizar su propia película de terror en el estacionamiento de Walmart. ¡Bravo por la burocracia!

Kolakowski, armado únicamente con un carrito de compras y más valentía que el Congreso en una sesión sobre control de armas, embistió al atacante como si fuera el último obstáculo antes de la caja rápida. “Lo golpeé en los tobillos”, relató, demostrando que a veces el mejor antídoto contra la locura es un buen golpe de carrito marca Great Value.

Mientras las redes sociales convertían a Kolakowski y sus improvisados compañeros de batalla en trending topic, las autoridades se apresuraron a elogiarlos, como si aplaudir a los ciudadanos por hacer el trabajo que el sistema falló en prevenir fuera suficiente. Once víctimas sobrevivieron, pero la pregunta sigue flotando en el aire como el olor a palomitas quemadas en el microondas de la tienda: ¿cuántas tragedias más se necesitan antes de que la salud mental deje de ser un chiste macabro?

La madre de Gille, en una declaración que parece sacada de un manual de excusas trilladas, explicó que su hijo “está bien cuando toma su medicación”. Claro, porque en este país, garantizar que alguien con problemas psiquiátricos graves siga un tratamiento es tan fácil como encontrar un cajero disponible en Walmart un sábado por la tarde.

Mientras Gille aguarda su juicio con una fianza que probablemente nunca pagará, y Kolakowski se convierte en el héroe accidental que nadie planeó pero todos necesitaban, el público puede seguir disfrutando del espectáculo. Porque, al fin y al cabo, en esta tragicomedia llamada sociedad, el reparto siempre incluye villanos con cuchillos, héroes con carritos y un sistema que aplaude las soluciones improvisadas mientras ignora las causas.

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