En un giro digno de una tragicomedia burocrática, la Sagrada Congregación para la Pureza Atlética Mundial (antiguamente conocida como WADA) ha anunciado con solemnidad que investigará no el escandaloso perdón divino concedido a 23 discípulos acuáticos del Celeste Imperio, sino el pecado capital de que alguien se atreviera a ventilar el divino misterio.
Foto:Agencia AP.
La agencia, demostrando una lógica que haría palidecer al mismísimo Orwell, defendió su decisión de absolver a los atletas que ingirieron una poción cardiovascular prohibida argumentando que las muestras habían sido visitadas por un espíritu contaminante que merodea exclusivamente por los laboratorios chinos.
El Sacrilegio de la Transparencia
El Gran Misterio de la Exoneración Divina se mantenía en el más piadoso de los silencios hasta que unos herejes periodistas de The New York Times y la alemana ARD profanaron el secreto. Ahora, la WADA ha lanzado la Operación Punzante, no para cazar corruptos, sino para dar caza al pérfido filtrador que osó cuestionar la infalibilidad del sistema.
Günter Younger</strong, Sumo Sacerdote de la Inteligencia e Investigaciones, proclamó ante sus acólitos: "No perseguimos al mensajero, solo queremos clavarlo en la rueda para entender su motivación política. Es por su propio bien, para que no vuelva a tentar a la transparencia”.
La Santa Inquisición Antidopaje
Younger, con lágrimas en los ojos, destacó el férreo sistema de protección para denunciantes que tan bien funciona… siempre que estos guarden silencio eterno. Reveló que la filtración tenía “motivaciones políticas”, un crimen mucho más grave que el consumo accidental de sustancias vedadas por parte de medallistas olímpicos.
Este caso ha provocado la ira de los bárbaros occidentales, especialmente en Estados Unidos, cuyo gobierno -en un acto de rebeldía financiera- se ha negado a pagar su diezmo anual de 3,6 millones de dólares a la Santa Sede Deportiva. Una herejía económica que, sin duda, merecerá su propia operación punzante.
