Edelmiro González Salas es un hombre de 49 años que a pesar de haber perdido la vista a muy temprana edad no se ha dado por vencido, y sale a vender refrescos para poder brindarle todo a su madre de 84 años.
Edelmiro diariamente sale de su casa rumbo a la primaria Jose Vasconselos, que se encuentra cerca de su hogar, acompañado de un pequeño carrito de madera que el mismo acondiciono para poder llevar un banco y unas pequeñas hieleras con jugos, refrescos y aguas que vende para poderle proveer todo a su madre.
Fue una caída que él sufrió a los 5 años la causa de su ceguera, pero eso nunca le impidió el seguir luchando para ayudar a sus padres, desde traer cosas de la tienda a los vecinos, tirarles un poco de escombros o traerles un garrafón de agua fueron algunas de las actividades que él desempeñó, pero fue hace 7 años que tomó la decisión de emprender su negocio de vender refrescos afuera de la primaria ya mencionada.
«Me animé por mi amá, porque yo sabía que mi apá iba a ser grande, y ya no iba a poder trabajar, entonces yo decía quién le va a dar a mi amá para un kilo de tortillas, para un garrafón de agua y por eso yo me animé a vender los jugos», comentó Edelmiro.
Actualmente Edelmiro sigue luchando diariamente por su madre, ya que solo vive con ella, después de que hace un año su padre falleció; al vender refrescos él ha desarrollado grandes habilidades y agudizado otros sentidos, uno de ellos es el tacto, al vender y tener que dar cambio a sus clientes jamás comete un error, ya que ha memorizado el tamaño exacto de cada moneda y textura de los billetes.
Cabe recalcar que actualmente él no recibe ningún solo apoyo de parte del gobierno, y es él, quien hace el llamado a las autoridades del #DIF y de otras dependencias que lo puedan apoyar, e incluso a la ciudadanía en general, actualmente tiene ya 21 años viviendo en la colonia Ciudad Industrial, calle Fuentes de Leonor #7.
Y es su madre y sus clientes quienes ven a Edelmiro como un ejemplo de lucha, constancia y amor a la vida, por jamás rendirse a pesar de los obstáculos que se le han presentado.
Por Arturo Arozena Rodríguez.
