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Anna Wintour cede el trono de Vogue pero conserva su cetro invisible

La reina de la moda reorganiza su imperio sin soltar las riendas del poder.

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Anna Wintour cede el trono de Vogue pero conserva su cetro invisible

La emperatriz de las pasarelas prepara su jugada maestra

En un movimiento digno de El Padrino pero con mejor guardarropa, Anna Wintour ha anunciado que “dejará” su cargo como editora en jefe de Vogue, aunque seguirá decidiendo qué sombrero usarán los plebeyos en cada edición. La sacerdotisa de la moda, en un acto de humildad sin precedentes, buscará un chivo expiatorio —perdón, un “jefe de contenido editorial”— para manejar las tediosas tareas cotidianas mientras ella conserva el control absoluto del Olimpo fashionista.

Según fuentes que pidieron anonimato (posiblemente por miedo a ser convertidas en bolsos de diseñador), Wintour mantendrá sus títulos de Directora de Contenido de Condé Nast y Suma Pontífice Editorial Global de Vogue, porque renunciar al poder sería tan impensable como usar crocs en la Met Gala. El nuevo “líder” —un título tan decorativo como los pompones en un vestido de Chanel— reportará directamente a ella, en lo que los expertos llaman “un golpe de estado en cámara lenta con tacones Louboutin”.

La noticia ha conmocionado al universo de la moda, donde los editores lloran intoxicados por el perfume de sus propias lágrimas. Mientras tanto, Wintour supervisará 37 revistas, la gala del Met (el Woodstock de los ricos) y Vogue World, un circo itinerante donde la cultura es lo que ocurre entre cóctel y cóctel.

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Este “relevo generacional” —que en realidad parece más un juego de tronos con edición limitada de Alexander McQueen— forma parte de una reestructuración corporativa tan transparente como un vestido de mesh: eliminan el cargo de editor en jefe para que nadie ose soñar con ocupar realmente su trono. La estrategia es clara: darle a Anna más tiempo para sus otros 156 proyectos, porque ¿acaso no es conmovedor ver a una septuagenaria trabajar tan duro para mantener su influencia?

Wintour, quien revolucionó la industria al demostrar que una modelo con cara de aburrimiento eterno vende más que sonrisas, ahora escribe el manual definitivo sobre cómo fingir retirarse sin soltar el control. Su legado incluye descubrir diseñadores (cuando ya eran famosos), mezclar Chanel con camisetas de Walmart (llamándolo “democratización de la moda”), y sobre todo, enseñarnos que en el reino de la moda, las coronas nunca se entregan… solo se prestan con condiciones draconianas.

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