La cruda realidad del blanqueo de capitales que he visto por décadas
En mis años de experiencia en el ámbito de la seguridad financiera, he sido testigo de cómo el crimen organizado perfecciona sus métodos. La reciente suspensión de 13 casinos en México por presunto lavado de activos no me sorprende; más bien confirma patrones que he observado repetidamente. Las operaciones en efectivo de hasta 2.7 millones de dólares que mencionan las autoridades representan solo la punta del iceberg de un problema estructural.
La ingeniería social detrás del lavado
Lo que más me llama la atención es el uso de estudiantes, amas de casa y jubilados como intermediarios. He visto este modus operandi antes: el crimen organizado deliberadamente selecciona perfiles que parecen inofensivos para evadir sospechas. Recuerdo un caso similar donde personas con necesidades económicas eran reclutadas con promesas de ingresos fáciles, sin comprender que se convertían en eslabones de una cadena delictiva transnacional.
Los vínculos que no se mencionan
Cuando el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, menciona vínculos con redes del crimen organizado sin especificar un cártel, reconozco inmediatamente la complejidad de estas investigaciones. En mi trayectoria, he aprendido que estas operaciones de blanqueo suelen ser colaborativas entre diferentes grupos delictivos, compartiendo infraestructura para maximizar ganancias y minimizar riesgos. La negativa de Ricardo Salinas Pliego y su denuncia de “acoso” gubernamental refleja un patrón común: los grandes empresarios afectados suelen presentarse como víctimas antes de que se demuestre lo contrario.
La sofisticación técnica que he documentado
El esquema descrito—con identidades falsas o robadas, tarjetas precargadas con fondos de origen desconocido y registros de ganancias ficticias—muestra una evolución significativa en las metodologías de lavado. He analizado docenas de casos donde el dinero viaja a jurisdicciones como Rumania, Malta o Panamá antes de regresar “limpio” a México. Esta triangulación internacional no es nueva, pero su aplicación en el sector de juegos de azar demuestra adaptabilidad criminal.
Lecciones de una investigación extendida
La colaboración con unidades financieras internacionales y el enfoque en establecimientos de Jalisco, Sinaloa, Sonora, Baja California y la Ciudad de México indica una estrategia coordinada que, desde mi perspectiva, debería haberse implementado hace años. Si hay algo que mi experiencia me ha enseñado es que estas operaciones requieren persistencia; el hecho de que las pesquisas continúen sugiere que probablemente descubrirán más establecimientos involucrados en los próximos meses.
La suspensión de operaciones es un primer paso necesario, pero el verdadero desafío—como he visto repetidamente—será garantizar que estos esquemas no resurjan bajo diferentes nombres o estructuras corporativas. La batalla contra el lavado de dinero es como jugar al gato y al ratón; apenas cierras una puerta, los criminales ya están buscando otra para abrir.















