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Detienen al presunto feminicida de ex reina de belleza en Oaxaca

La justicia actúa tras un crimen que conmocionó a Huajuapan de León.

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La justicia en México da un paso firme contra la violencia de género. La Fiscalía General del Estado de Oaxaca confirmó la captura de J.D.H.T., alias “El Joshua”, acusado del feminicidio de Hana Ali Rosales, una joven que destacó como reina de belleza y regidora de Turismo, Cultura y Deporte en Huajuapan de León. Este caso no solo expone la crudeza de un crimen atroz, sino que revela las fallas sistémicas que permiten que la violencia machista persista.

El 24 de abril, el cuerpo sin vida de Hana fue encontrado en una vivienda de la colonia San Isidro Poniente, con una herida de bala. Las autoridades desmontaron rápidamente el intento de encubrimiento: pruebas contundentes señalaron que su muerte no fue un suicidio, sino un acto de violencia feminicida. ¿Cuántas veces se ha repetido este patrón? ¿Cuántos casos quedan impunes bajo la sombra de narrativas falsas?

La detención de “El Joshua” fue posible gracias a un operativo coordinado entre múltiples instituciones, incluyendo la Marina, la Defensa Nacional y la Guardia Nacional. Sin embargo, este éxito no debe opacar una pregunta incómoda: ¿por qué la justicia solo actúa cuando el crimen ya se consumó? La prevención sigue siendo la gran deuda. Hana no era solo una víctima; era una líder comunitaria, una aliada en proyectos culturales y deportivos, un rostro de esperanza para su municipio.

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Alexander Osorio, alcalde de Huajuapan de León, la describió como una amiga y colaboradora incansable. Su pérdida no es solo personal, sino colectiva. Este caso debe servir como catalizador para replantear las estrategias de seguridad y protección a las mujeres. ¿Qué pasaría si las alertas de género se activaran antes de los crímenes? ¿Si los recursos se destinaran a educación en masculinidades no violentas?

La justicia avanza, pero la verdadera disrupción vendrá cuando dejemos de normalizar la violencia. Hana merecía más que un titular; merecía un futuro. Su caso exige un cambio radical en cómo enfrentamos el feminicidio: no como tragedias aisladas, sino como fallas estructurales que requieren soluciones audaces. La pregunta no es si habrá más detenciones, sino si serán suficientes para romper el ciclo.

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