El G7 enfrenta crisis global entre tensiones nucleares y guerras comerciales

KANANASKIS, Canadá

La cumbre del G7 arrancó en medio de una tormenta geopolítica: los líderes de las principales democracias intentan contener la crisis entre Israel e Irán, mientras Donald Trump impulsa su agenda comercial disruptiva. “Deben negociar ya”, exigió el presidente estadounidense, en un guiño a la diplomacia directa que caracteriza su mandato.

El primer ministro británico, Keir Starmer, advirtió sobre el “efecto dominó” del conflicto: “Una chispa en Medio Oriente podría incendiar la economía global”. Mientras, Alemania presiona por un comunicado que prohíba a Teherán desarrollar armas nucleares, en un intento por frenar la escalada.

Trump, sin embargo, desvió el foco hacia sus batallas económicas. Durante su encuentro con el primer ministro canadiense, Mark Carney, defendió los aranceles como herramienta de negociación y sugirió reintegrar a Rusia e incluir a China en el grupo. “El G7 quedó obsoleto al excluirlos”, afirmó.

La cumbre refleja un mundo fracturado: guerras en Ucrania y Gaza, sanciones cruzadas, inteligencia artificial redefiniendo el poderío militar y cadenas de suministro convertidas en armas geoeconómicas. Carney lo resumió: “Estamos en un punto de inflexión histórico”.

Trump mantuvo su postura maximalista: “Los acuerdos comerciales se imponen, no se negocian”. Sus aranceles del 25% al acero y autos —que golpean a aliados como Japón— tensionan la reunión. Mientras, Europa busca contener el aislamiento estadounidense, temiendo que el G7 se convierta en un club sin relevancia.

En paralelo, Volodymyr Zelenskyy llegó para negociar un nuevo paquete de defensa contra Rusia, en una muestra de cómo los conflictos periféricos colonizan la agenda global. Analistas como Caitlin Welsh del CSIS anticipan que esta podría ser la última cumbre con EE.UU. como actor cooperativo: “Trump prefiere la confrontación al consenso”.

Con la sombra del cambio climático y la migración masiva sobre la mesa, los líderes intentan proyectar unidad. Pero la realidad es clara: el orden multilateral se resquebraja, y el G7 parece un teatro donde cada actor representa su propio guión.