El Gran Teatro de la Sucesión Inmaculada
En un acto de prestidigitación institucional que haría palidecer a los magos más avezados, el augusto Congreso de Michoacán ha coronado, por aclamación unánime, a la nueva Suma Sacerdotisa del Sombrero Vacío. Con la solemnidad de un ritual antiguo, los legisladores locales, cual coro griego en traje y corbata, corearon el nombre del mártir fundacional, Carlos Manzo</strong, como si el eco de sus voces pudiera exorcizar los balazos que segaron su vida.
La protesta de Grecia Itzel Quiroz García no fue un mero trámite; fue la consagración de una viuda política que llega al trono municipal de Uruapan con el “corazón destrozado” pero la agenda intacta. He aquí la nueva mecánica del poder: la pólvora abre la vacante y la unanimidad la sella, en un ciclo tan perfecto como aterrador.
La Coreografía del Duelo y el Poder
El espectáculo fue impecable. Un minuto de aplausos fúnebres sustituyó al minuto de silencio, porque en esta farsa heroica el ruido debe ahogar cualquier pregunta incómoda. Se invocó el “movimiento del sombrero“, ese talismán de resistencia ciudadana que, como el emperador con sus ropas nuevas, todos alaban pero nadie se atreve a definir. El sombrero, por supuesto, ya no tiene cabeza que lo porte, pero su símbolo es tan útil para la continuidad como inútil para detener una bala.
La nueva alcaldesa, Grecia Quiroz, juró con emoción “honrar la memoria” y “continuar la lucha”. Traducción al lenguaje de la realpolitik local: heredará un feudo en llamas, donde la violencia organizada es el verdadero poder en la sombra y donde la gobernanza consiste en negociar treguas entre los escombros. Las autoridades locales, esos eternos optimistas, ya advierten de “desafíos significativos“, un eufemismo digno de Swift para describir la tarea de gobernar un matadero.
El Futuro: Continuar la Obra Inacabada en el Infierno
Los planes de la flamante administración son un dechado de virtudes burocráticas: atender a las comunidades vulnerables (aquellas que no han huido), recuperar la confianza ciudadana (esa quimera evaporada) e implementar “medidas de seguridad efectivas” en un municipio donde la efectividad se mide por la cantidad de horas que se sobrevive en el cargo. Se promete coordinación con las fuerzas estatales y federales, el mismo mantra que se repite en cada sucesión forzosa, como un hechizo que ha perdido su magia.
Así, el circo democrático levanta el telón una vez más. El show debe continuar. La sangre se limpia, el nombre del mártir se corea y una nueva figura ocupa el puesto caliente, mientras el verdadero poder, el de los kalashnikov y los territorios invisibles, espera paciente tras el escenario. Bienvenidos a Uruapan, donde gobernar es el arte de administrar lo ingobernable y donde la valentía es un puesto de trabajo de alto riesgo.


















