Un incendio de origen eléctrico en el Hospital General de Zona No. 2 del Instituto Mexicano del Seguro Social en Monterrey desencadenó una compleja operación de emergencia que culminó con el desalojo y traslado de al menos doscientos pacientes. El siniestro, que se registró poco después de las doce del mediodía en la colonia Obrera, puso a prueba los protocolos de seguridad de la institución y movilizó a múltiples cuerpos de rescate en una respuesta coordinada para garantizar la integridad de las personas al interior del nosocomio.
De acuerdo con el comunicado oficial emitido por el IMSS, la causa del incendio fue un cortocircuito en un equipo de cómputo localizado en el área de la Jefatura de Servicios Preventivos. La combustión inicial se propagó con rapidez por diversos materiales dentro del consultorio, generando humo y obligando a activar de inmediato el Programa Interno de Protección Civil. La situación requirió la declaración de un Código Rojo específicamente para el primer piso del inmueble, una medida de emergencia que prioriza la evacuación inmediata y segura.
La velocidad de propagación del fuego hizo crítica la evacuación de las áreas contiguas. Aunque el incendio se originó en la planta baja, la preocupación por la posible extensión del humo a través de los ductos de ventilación y los sistemas eléctricos motivó el desalojo preventivo de pacientes ubicados en los pisos superiores, particularmente los niveles 2, 3 y 4, que albergan áreas de internamiento y urgencias. La operación incluyó a pacientes en condiciones críticas, quienes requirieron un manejo logístico especializado para su movilización.
La primera línea de respuesta recayó en la Unidad Interna de Protección Civil del hospital. Este equipo de brigadistas, entrenado para este tipo de contingencias, intervino de forma inmediata utilizando extintores portátiles y activando el sistema de hidrantes con los que cuenta la infraestructura. Su acción inicial fue determinante para contener las llamas y ganar un tiempo invaluable antes de la llegada de los refuerzos externos, demostrando la importancia crítica de la capacitación continua y los simulacros en el personal médico y administrativo.
Minutos después, a las 12:30 horas, el escenario congregó a una fuerza de tarea unificada. Elementos del Heroico Cuerpo de Bomberos, junto con personal especializado de Protección Civil del Estado de Nuevo León y del municipio de Monterrey, se desplegaron en el sitio. Su labor se centró en sofocar los últimos focos de incendio, ventilar las áreas afectadas para disipar el denso humo y realizar una evaluación estructural para descartar riesgos posteriores. La coordinación entre las brigadas internas y los cuerpos de auxilio externos fue fundamental para el control total del siniestro.
El aspecto más crítico de la emergencia fue la logística de traslado de los pacientes. La interrupción de los servicios médicos en varias áreas del hospital y la necesidad de asegurar la continuidad de la atención, especialmente para aquellos conectados a equipos de soporte vital, exigió la activación de un plan de contingencia que involucró a otras unidades médicas de la ciudad. Las ambulancias realizaron viajes coordinados para distribuir a los pacientes evacuados en otros nosocomios, asegurando que no se interrumpieran los tratamientos y monitoreos esenciales.
Afortunadamente, el IMSS confirmó que no se reportaron personas lesionadas, ni pacientes ni personal, como consecuencia directa del incendio. Este resultado positivo es un testimonio de la efectividad de los protocolos de seguridad ejecutados. Sin embargo, el incidente deja al descubierto la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas ante fallas técnicas aparentemente menores, como un cortocircuito en un dispositivo electrónico, y subraya la necesidad de mantenimiento preventivo riguroso de las instalaciones eléctricas en los centros de salud.
Este evento no solo representa una interrupción operativa temporal, sino que también tiene un impacto profundo en la confianza de la ciudadanía y en la resiliencia del sistema de salud. Un hospital es un ecosistema de alta complejidad donde la seguridad de los pacientes es la máxima prioridad, y cualquier incidente de esta naturaleza, aunque se resuelva sin víctimas, exige una investigación exhaustiva. Las lecciones aprendidas en este caso deben traducirse en mejoras tangibles en los sistemas de detección y supresión de incendios, así como en la constante actualización de los planes de evacuación para salvaguardar vidas en entornos de alta vulnerabilidad.












