La CNTE convierte el Zócalo en un laberinto de indignación ciudadana

En un espectáculo que combina el performance artístico con la disrupción urbana, los maestros de la CNTE han logrado lo imposible: convertir el Centro Histórico en un parque temático del caos, donde la atracción principal es el arte de hacer perder la paciencia a 5 millones de personas simultáneamente. Con su plantón de 10 días, estos docentes demuestran que, cuando se trata de pedagogía, su lección más efectiva es cómo paralizar una metrópoli.

Los ciudadanos, convertidos en alumnos forzosos de este taller de resiliencia cívica, ahora deben completar un maratón olímpico para llegar a sus trabajos. La estación Zócalo, ese lujo innecesario según la CNTE, permanece más cerrada que las oportunidades de diálogo con el gobierno. “Es como un reality show donde todos perdemos”, comenta Josefina, estrella involuntaria de este episodio de Survivor: CDMX, mientras camina lo que siente como la Ruta de la Seda para comprar tortillas.

El perímetro A del Centro Histórico se ha transformado en un museo interactivo: Instalación posmoderna con casas de campaña y performance de desgaste institucional. Los turistas, esos seres mitológicos que aún se atreven a visitarnos, pueden disfrutar de una experiencia auténtica: contemplar cómo 500 años de historia arquitectónica son opacados por cartulinas con consignas y el aroma a resistencia sindical.

Mientras tanto, las demandas de los docentes —desde la abrogación de una ley de 2007 hasta aumentos salariales— flotan en el aire como globos de cantoya, mezclándose con el humo de la indignación ciudadana. En este ajedrez urbano, cada pieza movida por la CNTE genera un efecto dominó de molestia colectiva, demostrando que en México, la única ley que nunca se reforma es la de las consecuencias no intencionadas.