La crisis del gas es una oportunidad para la reinvención energética

¿Y si el problema no es el precio del gas, sino nuestra obsesión por él?

La Secretaría de Energía proyecta un futuro de alzas en los hidrocarburos, pintando un panorama sombrío para el recibo de luz. Pero este diagnóstico convencional es un espejismo. La verdadera crisis no es la volatilidad de los combustibles fósiles, sino la parálisis mental que nos impide ver más allá del gasoducto.

Imaginemos por un momento: ¿Qué sucedería si tratáramos la dependencia del gas natural como una adicción colectiva? El primer paso para la recuperación sería admitir que somos adictos a una fuente de energía externa, volátil y contaminante. El plan presentado, con sus escenarios de incrementos moderados o drásticos, simplemente debate el precio de la próxima dosis, sin cuestionar la necesidad de la sustancia.

La disyuntiva falsa: ¿importar más gas o empobrecernos?

Las autoridades y expertos coinciden en un punto: diversificar la matriz energética es crucial. Sin embargo, esta visión sigue siendo incrementalista. No se trata de añadir un poco de solar o eólica al mix existente; se trata de rediseñar por completo el concepto de sistema eléctrico.

Pensemos en lateral. ¿Por qué no convertir cada hogar, cada negocio, en un nodo generador y almacenador de energía? La verdadera revolución no está en los macroproyectos, sino en la microgeneración masiva. Un ejército de techos solares, pequeñas turbinas eólicas y sistemas de almacenamiento comunitario podría crear una red resiliente, democrática e inmune a los vaivenes geopolíticos del gas.

La CFE como víctima de su propio paradigma

La Comisión Federal de Electricidad absorbe costos para proteger a los usuarios, un acto loable que, sin embargo, perpetúa un modelo obsoleto. Es como si un fabricante de velas, en pleno siglo XXI, se esforzara por producir velas más baratas en lugar de reinventarse como empresa de iluminación.

La transición energética no puede ser un apéndice; debe ser el núcleo. Las energías renovables no son una alternativa “verde”; son la única estrategia geopolíticamente inteligente. Cada panel solar instalado es un acto de soberanía energética. Cada sistema de almacenamiento es un muro de contención contra la especulación internacional.

El camino no es la adaptación, sino la transformación radical

La solución no está en almacenar más gas, sino en almacenar más ingenio. Países que enfrentaron crisis similares optaron por saltos tecnológicos, no por medidas paliativas. La advertencia sobre el alza de precios debería ser el detonante para una movilización nacional hacia la autosuficiencia energética descentralizada.

El verdadero plan a largo plazo debería proponer la obsolescencia programada de la dependencia fósil. En lugar de temer a la factura de la luz, deberíamos temer a la factura de la oportunidad perdida. Este no es un problema de precios; es una invitación a la reinvención. ¿Aceptaremos el desafío?

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