La justicia federal toma el caso de los crímenes en Rancho Izaguirre

En un giro que nadie vio venir (excepto quizá los familiares de las víctimas), el sistema judicial mexicano ha decidido que los diez ángeles inocentes detenidos en el idílico Rancho Izaguirre —un lugar tan pacífico que solo se dedicaba al homicidio, la desaparición forzada y el intento de asesinato contra la Guardia Nacional— merecen el honor de ser juzgados por un juez federal. ¡Qué privilegio! No todos los días un grupo de ciudadanos ejemplares recibe tanta atención estatal.

El Magistrado Presidente, en un arrebato de transparencia que seguramente no tiene nada que ver con la presión mediática, explicó con palabras sencillas: “Si disparas a federales, te toca federal”. Una lógica impecable, aunque uno se pregunta por qué no aplica igual para otros delitos, como evadir impuestos o saquear el erario público. Pero bueno, prioridades.

Mientras tanto, el Juez de la Federación —una figura tan mítica como el chupacabras— decidirá si acepta el caso en algún momento indeterminado del futuro. No hay prisa, total, las víctimas ya están desaparecidas y los acusados, cómodamente vinculados a proceso desde septiembre de 2024. La justicia tarda, pero llega… o al menos eso dicen los discursos oficiales.

El 26 de mayo, los diez caballeros (David, Kevin, Christopher, Luis, Gustavo, Juan, Armando, Ricardo, Óscar y Érick) tendrán su audiencia intermedia, un trámite burocrático donde se “depurarán” las pruebas, como si el asesinato y la desaparición fueran errores de contabilidad. ¡Qué eficiencia!

Por supuesto, todo esto salió a la luz gracias al incansable trabajo del colectivo Guerreros Buscadores, porque las autoridades ya tenían “investigaciones previas” (que, curiosamente, no avanzaban). Ahora la Fiscalía General indaga con renovado entusiasmo, demostrando una vez más que en México la justicia es como un reloj descompuesto: a veces da la hora correcta, pero solo por casualidad.