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Internacional

León XIV y el circo sagrado de la unidad católica

Un pontífice moderno promete unidad mientras el circo vaticano sigue su espectáculo milenario.

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En un despliegue de pompa y circunstancia que haría ruborizarse hasta al más extravagante emperador romano, el flamante Papa León XIV, primer mandatario celestial con acento estadounidense, inauguró su reinado espiritual entre selfies, bendiciones express y una puesta en escena digna de Broadway. La plaza de San Pedro, convertida en plató televisivo para 200.000 extras (disfrazados de fieles, presidentes y aristócratas aburridos), fue testigo del gran estreno: un show donde la unidad de la Iglesia se vende como producto estrella, aunque el guión lleve siglos sin actualizarse.

El papamóvil, ese híbrido entre tanque y carroza de Disney, desfiló ante las masas que aguardaban su dosis de gracia divina en formato rápido. El Sumo Pontífice, con la sonrisa entrenada de político en campaña, repartió bendiciones como si fueran cupones de descuento, deteniéndose estratégicamente para acariciar bebés fotogénicos. ¿Será que hasta los milagros necesitan buen lighting en la era de Instagram?

El momento cumbre llegó cuando le enfundaron los símbolos del poder papal: la estola de lana (que inexplicablemente sigue siendo material de lujo en plena crisis climática) y el anillo del pescador, artefacto que, irónicamente, vale más que toda la flota pesquera de Galilea. El nuevo Pedro miró su joya con la misma fascinación que un niño estrenando un juguete nuevo, mientras las cámaras captaban cada pestañeo para alimentar el reality show celestial.

En su discurso, el Pontífice prometió amor y unidad, aunque omitió mencionar cómo resolverá el pequeño detalle de que su rebaño lleva siglos fracturado por escándalos, dogmas arcaicos y curas más interesados en el poder terrenal que en el Reino de los Cielos. Quizás el próximo milagro sea convertir agua en Wi-Fi gratis para los 1.400 millones de almas que esperan señales menos ambiguas.

Mientras tanto, el circo sagrado sigue su marcha: humo blanco, oro y palabras bonitas. ¿Cambio real? Eso solo lo decide el Gran Director detrás del telón… o los algoritmos de redes sociales.








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